En
1881 cerca de la aldea de Bakhshali, distrito de Peshawar, que actualmente es
territorio paquistaní, pero entonces pertenecía a los dominios de la India
británica, fueron hallados los restos de un manuscrito realizado sobre corteza
de abedul, unas sesenta láminas. La fecha de su datación ha generado controversia.
Muchos expertos la sitúan en torno al siglo III, aunque es muy probable que se
trate del comentario a un texto mucho más antiguo todavía. El
manuscrito de Bakhshali contiene ejercicios matemáticos y reglas
para resolver problemas de aritmética, álgebra y geometría. También recoge un
método para hallar raíces cuadradas. Descifrar su contenido no fue sencillo,
pues la notación matemática del texto emplea signos un tanto singulares. Por
ejemplo, utiliza el signo + colocado detrás de los números para indicar que son
negativos. El valor desconocido de las ecuaciones, el que se pretende hallar,
viene expresado con un punto grueso, e idéntico signo se emplea para el valor
cero.
Acaso
lo que confiere mayor importancia al hallazgo es constatar que en época tan remota
como parece ser la de su elaboración, su autor o autores ya conocían y
manejaban conceptos matemáticos más avanzados de lo que en principio se
suponía. También es importante que se trata del primer documento científico
indostánico que carece por completo de cualquier vínculo religioso o mínima
alusión a ninguna instancia sobrenatural.
Uno
de los problemas planteados en el texto reza del siguiente modo: Sea un grupo de 20 personas formado por
hombres, mujeres y niños. Cada hombre gana 3 monedas, cada mujer 1,5 monedas y
cada niño 0,5 monedas. Entre todos ganan 20 monedas ¿Cuál es el número de
hombres, de mujeres y de niños?
Si
tomamos h, m y n como número de hombres mujeres y niños respectivamente, la operación
será:
h + m + n = 20
3h + (3/2)m + (1/2)n = 20
Es decir, 2 hombres, 5
mujeres y 13 niños, es la única solución válida.
Todo un ejemplo de sutileza y conocimientos matemáticos en un tiempo en que parecía impensable encontrar algo remotamente semejante. Otra sorpresa científica que nos depara la arqueología.
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