martes, 29 de diciembre de 2020

FELIZ AÑO NUEVO CON BIGOTINI Y CON VACUNA

 

Bueno, queridos chicos y chicas, ya tenemos aquí el 2021. Parecía que no iba a llegar nunca, pero todo llega, ya se sabe.

Los que nacimos, crecimos ¡y hasta nos reprodujimos! el milenio pasado, veíamos el siglo XXI como en una lejana nebulosa. Quien escribe estas líneas apenas se afeitaba cuando leyó 1984, la mítica novela de Orwell ambientada en el futuro, porque 1984, aunque parezca mentira, era entonces el futuro, así subrayado y todo. También vimos en el cine 2001, una odisea espacial, la obra maestra de Kubrick, y un poco más tarde leímos ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?, magnífica novela de Philip K. Dirck que Ridley Scott llevó a las pantallas en el 82 con el título de Blade Runner, una película de culto, cuya acción se desarrollaba en 2019, o sea, que ya es pasado. Y antes, en 2015, habíamos dejado ya atrás ese futuro al que regresaba el bueno de Marty McFly en su Delorean trucado. Ya veis, androides completamente humanos, viajes espaciales increíbles, patinetes a reacción, vehículos silenciosos que flotaban a medio metro del suelo... O sea, el futuro, ya digo.


Pues hala, ya estamos en el futuro, ¿y qué tenemos? Mirad a vuestro alrededor: pandemias, guerras, refugiados, deshaucios, terrorismo, deficiencias en sanidad, en educación, desempleo...

En fin, no hay que afligirse demasiado. O quizá sí, quién sabe... Dicen los ingleses que cualquier situación, por desesperada que parezca, aun puede empeorar, y un buen amigo me dijo un día que ese tal Peter, el del Principio de Peter, “todo lo que puede salir mal, saldrá mal”, era una especie de optimista incorregible. Bueno, la verdad es que he tenido días mejores que el de hoy. No debería haberme puesto a escribir esto. Sonreid. El profe y yo os deseamos de todo corazón un feliz, próspero y venturoso año 2021. El año viene con las vacunas debajo del brazo. Así que quedaos con el mensaje de la tira de Mafalda, tan cargada de ternura y de esperanza, y no prestéis demasiado crédito al cartel de aquí abajo. De todas formas, tengo que ponerlo porque ha quedado muy gracioso y porque me ha costado un rato tunearlo. Au revoire mes amis.




sábado, 26 de diciembre de 2020

EVOLUCIÓN PARALELA: PIOJOS Y LADILLAS, AMIGOS PARA SIEMPRE

 


Los piojos y las ladillas poseen nombre propio en todos los idiomas conocidos, algo que no ha conseguido ningún otro animal doméstico o salvaje. Ello se debe a que no en todas las regiones habitadas ha habido siempre perros o vacas, por ejemplo. Sin embargo, estos insectos sin alas, parásitos del orden phthiraptera, si nos han acompañado siempre, aunque no puede decirse que sean una compañía ni mucho menos grata.

Las primeras pruebas históricas que poseemos de tan indeseables inquilinos las aportan las momias del antiguo Egipto, y nos retrotraen a hace nada menos que siete milenios. No obstante, hoy podemos asegurar que su asociación con nuestra especie se remonta a nuestros mismos orígenes e incluso mucho más allá. El piojo humano está estrechamente emparentado con el de los chimpancés, los antropoideos genéticamente más próximos a nosotros, mientras que nuestra familiar ladilla mantiene estrecha semejanza con la de nuestros primos los gorilas. Fijaos en el cuadro donde se reflejan los árboles genealógicos (cladísticos en lenguaje científico) de ambas estirpes. El paralelismo evolutivo es tan obvio que no deja lugar a dudas: estos molestos pasajeros no nos han dejado vivir en paz desde hace millones de años.


De piojos se conocen varios miles de especies, cada una de ellas específica de su respectivo huésped. Los piojos parasitan a animales de sangre caliente: aves y mamíferos. Al parecer sólo se libran de ellos los monotremas (equidnas y ornitorrincos), los murciélagos y los pangolines, posiblemente porque su temperatura corporal es algo más baja. El término médico que define la infestación humana por piojos es el de pediculosis. Es muy común en la edad escolar, y claramente más frecuente en las chicas que en los chicos, sin que parezca existir un motivo para ello. Se han invocado desde causas hormonales hasta la costumbre de llevar los cabellos más largos, sin que exista prueba alguna que justifique la diferencia.


Las infestaciones proliferan más en lugares y circunstancias de hacinamiento, pobreza y falta de higiene: guerras y catástrofes naturales. Sin embargo, en los últimos años, y en los países desarrollados, aceptamos como normales las epidemias periódicas de pediculosis que se producen en guarderías y centros escolares. Si hace unas décadas la infestación por piojos tendía a ocultarse por considerarse socialmente vergonzante, hoy en día ha pasado a constituir un hecho casi habitual en la etapa escolar. Este rebrote posiblemente se debe a la extraordinaria capacidad de adaptación que posee el parásito, y a la creación de resistencias contra detergentes e insecticidas. Hablando medio en serio, medio en broma, con el incremento de la higiene personal no nos hemos librado de los bichos, pero nuestros bichos son mucho más limpios.

En su forma adulta, el piojo común del cuero cabelludo (Pediculus capitis) y de la ropa (Pediculus corporis), mide entre 1,5 y 4 milímetros, tiene forma alargada y color variable entre el blanco y el gris parduzco o rojizo. Al carecer de alas no vuela. Tampoco salta, y se mueve muy lentamente, anclándose a la base del pelo mediante los garfios de sus seis patas. La hembra deposita unos huevos diminutos y nacarados de 0.3 a 0.8 mm., llamados liendres, que quedan fuertemente adheridos al pelo muy cerca del cuero cabelludo, sobre todo en la zona de la nuca y detrás de las orejas. El insecto pasa por varias fases intermedias en forma de ninfa, hasta adquirir su forma adulta en la que es capaz de reproducirse. El ciclo vital del parásito es de unos 30 días, y cada hembra puede depositar hasta 8 liendres por día, con lo que, si no se toman medidas, la infestación crece exponencialmente. Los síntomas son ligeros, a veces imperceptibles, y se limitan a una leve comezón y a irritaciones de la piel cuando el piojo se alimenta de sangre, cuando se mueve o cuando defeca.

Si se utilizan correctamente, dejándolos actuar durante el periodo que señala el fabricante antes de aclarar el cabello, los champús y lociones antiparasitarias son muy eficaces frente a las ninfas y los piojos adultos. Sin embargo las liendres resisten dentro de su cápsula a todos estos productos, y sólo pueden ser eliminadas mediante peines de púas muy juntas, que se conocen como lendreras. Tanto las formas adultas como las ninfas y las liendres son incapaces de sobrevivir fuera del hospedador. De manera que la aplicación correcta de un buen producto antiparasitario, seguida del uso paciente y meticuloso de la lendrera, son suficientes para desparasitar a cualquier escolar.



Capítulo aparte merece la otra especie de pasajeros: la ladilla (Pthirus pubis) es algo más pequeña, redonda y achatada que el piojo, y tiene un característico color amarillo lechoso. Por lo demás, el ciclo vital y la reproducción de la ladilla son muy similares a los de aquél. Su infestación se denomina ftiriasis. La ladilla habita de preferencia en la región púbica, aunque también puede localizarse en el vello corporal, en las axilas, y hasta en las cejas y las pestañas, donde resulta difícil y penosa la eliminación de las liendres. Sus desplazamientos son extraordinariamente lentos, no avanzan más de un centímetro por día, y producen tan pocos síntomas que no es raro que la infestación pase desapercibida para el hospedador. A menudo el primer signo y prácticamente el único, es la aparición de unas diminutas manchas puntiformes y rojizas en la ropa interior de color claro, correspondientes a las pequeñas gotas de sangre de las picaduras.



La ftiriasis se considera una enfermedad de transmisión sexual (ETS), porque es ese el principal mecanismo de propagación, si bien en ocasiones se han descrito infestaciones a través de la ropa interior o la ropa de cama, ya que tanto las ladillas adultas como las formas juveniles y las liendres, pueden sobrevivir alrededor de una semana lejos del hospedador. Por eso además de una cuidadosa desparasitación, se recomienda el cambio de sábanas, toallas y ropas que hayan podido estar en contacto con el parásito. El tratamiento debe repetirse a los 7 o 10 días, en previsión de que hubieran quedado algunas liendres sin eliminar, y que en ese periodo habrán emergido de los huevos. Las cremas y lociones más recomendables son las que contienen hexacloruro de benceno o permetrina. Poseen gran eficacia, siempre que se usen correctamente.

Etólogos y evolucionistas nos enseñan que una relación tan prolongada entre dos especies tan dispares, raramente se produce por pura casualidad. Sin llegar al extremo de la completa simbiosis, en que dos organismos se alían para obtener mutuo beneficio, el parásito para sobrevivir durante millones de años a costa de su hospedador, e incluso llegar a evolucionar con él, debe como mínimo resultar inocuo para éste, y si es posible, aportarle siquiera alguna pequeña ventaja que le incline a soportarlo. Recientes investigaciones nos hablan de piojos, pulgas y otros parásitos que podrían conferir a algunas especies de aves y mamíferos inmunidad frente a determinados microorganismos patógenos. No parece que nuestros piojos nos presten ningún servicio. Antes al contrario, todo indica que su presencia favorece algunas infecciones…


¿Por qué entonces los venimos tolerando durante al menos 15 o 20 millones de años, según muestra la evidencia genética? Es posible que encontremos la respuesta observando el comportamiento de los simios. Los piojos favorecen las relaciones sociales entre nuestros parientes, y muy probablemente favorecieron las de nuestros ancestros en épocas pasadas. Las reuniones de despioje mutuo, tanto por parejas como en grupos familiares, refuerzan los lazos afectivos entre gorilas, bonobos, chimpancés, papiones, y un etcétera tan largo como queráis. Y por si el cariño y los arrumacos no fueran suficiente motivo, los piojos (por muy repugnante que nos suene) resultan una especie de golosina que aporta una gratificante aunque mínima cantidad de proteína de origen animal a las dietas vegetarianas. El piojo obtiene comida y vivienda, y el mono obtiene caricias y tiernos cuidados de su madre o de su pareja. ¿Todos contentos? Bueno… puede que quien descubra unos puntitos rojos en su ropa interior, no esté demasiado feliz.

Las chicas buenas van al cielo. Las malas van a todas partes.  Mae West.


martes, 22 de diciembre de 2020

EL GIGANTE EGOÍSTA

 


Bueno, pues otra vez se acerca la navidad. Y ya sabéis quienes seguís habitualmente nuestro blog, que en navidad toca cuento navideño. Solíamos ser siempre fieles a Dickens, del que somos devotos fervientes, pero, tratándose de una navidad tan atípica, por una vez espero que disculpéis que cambiemos de registro, para ofreceros un cuento de Oscar Wilde. A este genial británico nacido en Dublín se le conoce más por su obra dramática y poética, encuadrada en el movimiento esteticista que capitaneó en el periodo victoriano tardío. La faceta más célebre de Wilde es quizá su ironía un tanto cínica, su dandismo y su heterodoxia social (recordemos que fue encarcelado durante dos años por conducta inmoral).



Existe sin embargo, una cara acaso menos conocida del autor, que en sus últimos años de exilio y casi de indigencia en Francia, se convirtió al catolicismo, abrazando la fe religiosa con inusitado entusiasmo. Hoy nuestra Biblioteca Bigotini de navidad os ofrece (clic en el enlace) la versión digital de su cuento El gigante egoísta, una breve narración cargada de bondad, sencillez y espíritu navideño, que emociona a niños y mayores, y a los viejos nos transporta al jardín florido de nuestra ya lejana infancia.

Disfrutad unos minutos con la lectura del cuento, y dejad que en vuestros corazones florezca de nuevo la primavera. El profe Bigotini y yo os deseamos una feliz navidad libre de virus y de tristezas.

 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=El+gigante+ego%C3%ADsta.pdf

 


viernes, 18 de diciembre de 2020

LA HERENCIA DE NEWTON

 


Aunque hoy pueda parecernos un concepto elemental, y hasta nos cause asombro que nadie lo intuyera hasta el siglo XVII, Isaac Newton fue el primero que entendió que el movimiento de los objetos puede explicarse en base a dos tipos de magnitudes: su masa, que depende del peso, aunque no son exactamente lo mismo, y los impulsos a que se ven sometidos. Ambas suman la fuerza con que se desplazan los cuerpos. La idea nos permite entender por qué una pequeña bala disparada a gran velocidad podrá adquirir la energía suficiente para matarnos, mientras que un objeto mayor, por ejemplo una piedra, lanzada con poca fuerza, nos causará una lesión mucho menor. La fuerza depende de la masa del objeto multiplicada por su impulso, o lo que es lo mismo, su aceleración, lo que nos lleva a una de esas ecuaciones diferenciales fundamentales:

 

F = m.a

 

Es la ecuación fundamental del movimiento, y explica una gran cantidad de fenómenos físicos. Según ella, y aunque lo mejor sería que no sucediera ninguna de las dos cosas, todos preferiremos la piedra a la bala. La aceleración es una magnitud decisiva, ya que, a diferencia del peso, hace crecer exponencialmente la energía. La aceleración es la velocidad al cuadrado. Acelerar supone incrementar la velocidad por unidad de tiempo. El tiempo influye decisivamente en el resultado de la aceleración, la bala se desplaza a 100 Km por segundo, si hacemos que se desplace a 200 Km por segundo, no nos impactará con el doble de fuerza, sino con el cuádruple. La bala va muy rápida y tiene mucha energía, por eso mata. Por lo tanto, la a de la ecuación, equivale a v2. La energía de un cuerpo que se desplaza se define siempre en relación a su velocidad al cuadrado. La unidad en que se mide la fuerza de un objeto en movimiento es el newton en honor a Sir Isaac.


Hacemos aquí una pequeña trampa conceptual, equiparando fuerza y energía. En realidad no son exactamente lo mismo: la energía de un sistema dado corresponde a la capacidad del sistema para realizar un trabajo, y el trabajo es el producto de la fuerza por el desplazamiento que provoca. Por eso se miden en unidades distintas. La unidad de fuerza es el newton y la de energía es el julio. Un julio es un newton por metro.

Así, según F = m.a, si una bala pesa 20 gramos y va a una velocidad de 30 metros por segundo, reduciendo los gramos a kilos, nos da 0,02 kilos por 302, es decir, 18 newtons. Si duplicamos la velocidad a 60 metros por segundo, tendremos 0,02 x 602, es decir, 72 newtons. Duplicando la velocidad hemos cuadruplicado la fuerza de la bala. Si en vez de eso, optamos por doblar el peso de la bala: 0,04 x 302 = 36 newtons, sólo la mitad de fuerza. El newton se define como la fuerza necesaria para proporcionar una aceleración de un metro por segundo a un objeto de un kilo de masa.

Isaac Newton definió dos tipos de energías: potencial y cinética. La primera es la que posee todo cuerpo en reposo y en función de su masa, aunque no se manifieste. Un pisapapeles colocado en una estantería posee una energía potencial idéntica al esfuerzo que hemos realizado para ponerlo allí, elevando su masa que será de los kilos que sean. Si resbala y cae de la estantería, la energía potencial se transformará en cinética. La fórmula de Newton para la energía cinética es la siguiente:

 

Ec = ½ m.v2

 

La fórmula establece la energía cinética como la masa multiplicada por la velocidad al cuadrado. Es necesario incluir el factor ½  para conservar las paridades de las velocidades y tiempos implicados. Después de este hallazgo, Newton se devanó durante un tiempo los sesos buscando la causa de la aceleración de un objeto al caer. Y, naturalmente, terminó dando con la respuesta: la fuerza de la gravedad. Bueno, pues eso de la manzana y todo aquello…

Lo dejamos por ahora, pero la manzana y todo aquello cambió radicalmente el curso de la historia de la ciencia.

Lo que sabemos es una gota de agua. Lo que ignoramos es el océano. Sir Isaac Newton.

 


martes, 15 de diciembre de 2020

ALFRED BESTALL. UNA VIDA HACIENDO EL OSO

 


Alfred Bestall fue uno de los más célebres ilustradores británicos del siglo XX. Nació en Mandalay, Birmania, donde residía su familia, en 1892. De regreso a Inglaterra, el pequeño Alfred se escolarizó en Birmingham entre 1904 y 1911. Pasó después a la Escuela de Artes, y en 1915 fue movilizado, actuando como conductor de transporte de tropas durante la Gran Guerra. Por entonces comenzó su carrera como dibujante, ilustrando los libros infantiles de Enid Blyton. Trabajó para publicaciones cómicas británicas como Punch y Tatler, así como para algunos semanarios belgas. En 1935 y en colaboración con Mary Tourtel como guionista, comenzó a dibujar para el Daily Express las aventuras de Rupert Bear, el osito Rupert, un personaje entrañable para millones de niños de medio mundo que se convirtió en un éxito editorial de gran magnitud. La gracia de los personajes, animales humanizados, la belleza de los paisajes del norte de Gales, que fueron la inspiración de su autor, y el primoroso cuidado del detalle en cada dibujo, hacen de Rupert una serie clásica imprescindible. Fue además una de las primeras series que se publicó en álbumes a todo color y encuadernados en tapa dura. Bestall se encargó de la totalidad de los dibujos hasta 1965. A partir de entonces, y hasta 1973 hizo sólo las portadas. En total más de 500 números hasta el fallecimiento del artista, acaecido en 1986, cuando contaba noventa y tres años. Un año antes había recibido de manos de la reina Isabel la Orden del Imperio Británico.

En sus últimos años frecuentó la compañía del príncipe Carlos, gran admirador de su trabajo desde niño. Además de la ilustración, Bestall destacó en el ejercicio del origami, fundó la British Origami Society en 1967. Las aventuras de Rupert fueron llevadas al cine de animación y el osito protagonizó una exitosa serie televisiva a la que puso música Paul McCartney.

Reproducimos aquí una selección de sus ilustraciones como homenaje y recuerdo a Alfred Bestall. Alguien capaz de hacer felices a tantos niños no merece menos.


 















viernes, 11 de diciembre de 2020

GREER GARSON Y SU SERENA BELLEZA

 



Greer Garson poseía una de esas bellezas serenas, casi hierática, que fascinaba a la cámara y a los espectadores. Era una irlandesa pelirroja y alta, tan alta que alguna de sus parejas masculinas hubo de recurrir a ciertos artificios a los que tan aficionados eran en Hollywood, para elevar su estatura. En aquel glamuroso universo cinematográfico habría sido impensable que la chica fuera medio palmo más alta que el galán. Era además una formidable actriz. Tras el inevitable noviciado en papeles de reparto, Greer Garson demostró sus grandes dotes interpretativas tanto en comedias como en melodramas. El de 1940 fue para ella un año prodigioso en que protagonizó Adiós Mr. Chips y Orgullo y prejuicio. Su entonación clásica y su pose de gran dama impresionaron en ambas a crítica y público y hasta a sus compañeros masculinos, Robert Donat y Lawrence Olivier. Fue seis veces nominada a los premios Oscar, y al fin lo obtuvo en 1942 por su magistral papel en La señora Miniver, todo un clásico inolvidable.

Para recordar y homenajear a la Garson como merece, os dejamos el enlace (hágase clic en él) con un breve montaje de música e imágenes con ella como protagonista. Buen provecho. 

https://www.youtube.com/watch?v=_JHCMnGfWDw

 

Próxima entrega: Teresa Wright

 

martes, 8 de diciembre de 2020

ALEJANDRÍA: LA HISTORIA DE UN FRACASO

 


Fundada en el siglo III a.C. por los tolomeos, y bautizada con el nombre del gran conquistador macedonio, la ciudad portuaria de Alejandría llegó a ser durante varias centurias el faro no sólo literal, sino también en muchos sentidos de la civilización, a lo largo del arco mediterráneo. Su célebre biblioteca acogió a los más brillantes sabios y estudiosos del orbe en su momento. Un templo de ciencia y sabiduría en una época de barbarie generalizada. Allí no solo se recopilaban libros y manuscritos, sino que se fomentaba y alentaba la investigación científica. Dentro de aquellas paredes nacieron y se desarrollaron la física, las matemáticas, la astronomía, la medicina…

Alejandría se convirtió en el corazón y la mente de la Antigüedad. A su puerto llegaban gentes de diferentes países, no se hacía distinción de razas ni de culturas.

Eratóstenes, que dirigió la biblioteca, calculó con asombrosa precisión para hace veintitrés siglos, el diámetro de la Tierra. Hiparco de Nicea ordenó el mapa de las constelaciones y midió el brillo de las estrellas. Euclides enunció y desarrolló los principios básicos de la geometría. Dionisio de Tracia inventó la gramática. Herófilo identificó el cerebro como el órgano que alberga la mente y la inteligencia. Herón construyó las primitivas máquinas de vapor. Aristarco de Samos inició la teoría heliocéntrica… Diógenes acuñó la expresión ciudadanos del mundo, que tan adecuadamente describía a Alejandría y a sus moradores. Tendrían que transcurrir casi dos milenios para que pudieran recuperarse todas aquellas ideas brillantes, para que la ciencia se abriera paso luminosamente a través de los oscuros siglos, la noche casi eterna en que pareció sumirse la humanidad.



Como es sabido, todo aquel resplandor resultó efímero, quedó convertido en cenizas y cubierto de escombros. ¿Qué ocurrió para que todo se desmoronara, se viniera abajo como un castillo de naipes? Carl Sagan, a quien seguimos en este breve comentario, apunta las posibles causas de la catástrofe con su proverbial agudeza: según él no hay noticia de que ninguno de aquellos ilustres científicos y estudiosos llegara jamás a desafiar seriamente las bases políticas, económicas y religiosas de su sociedad. En aquel sagrado recinto alejandrino se discutía acaloradamente acerca de la distancia a las estrellas, pero nunca llegó a ponerse en duda la justicia de la esclavitud, por ejemplo. La ciencia y la cultura estaban reservadas a unos pocos privilegiados. La hambrienta y analfabeta población que se hacinaba fuera de aquellos infranqueables muros no tenía idea de los descubrimientos que se estaban produciendo en su interior. La ciencia no fue explicada ni popularizada. Herón dedicó sus ingenios de vapor a concebir máquinas de guerra y juguetes que divirtieran a los príncipes. Cuando finalmente la chusma, alentada por algunos visionarios e integristas religiosos, acudió en masa a quemar la biblioteca, no hubo nadie capaz de detener la barbarie ni de imponer la cordura.


Y es que la ciencia, amigos, como cualquier otra manifestación cultural, no es nada si carece de finalidad social. Cultura y ciencia deben estar siempre al servicio del pueblo. La verdadera ciencia ha de ser por lo tanto, revolucionaria. Es este un postulado libertario que repetido en estos tiempos de suicidio neoliberal que padecemos, puede sonar pasado de moda, pero que es, creedme, exacto palabra por palabra. Como escribió un inmortal poeta alicantino, Para la libertad, sangro, lucho, pervivo… Mis ojos y mis manos como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos. Nuestro profe Bigotini, a falta de mejores prendas, ofrece también su nariz a la ciencia. Loable amputación y bendito sacrificio.

-¿Cuánto tiempo llevas sin hacer el amor?

-No sabría decirte, pero el condón que llevo en la cartera ha conocido tres renovaciones del DNI.

 


sábado, 5 de diciembre de 2020

ANTÓN CHÉJOV EN LA NARRATIVA Y LA DRAMATURGIA RUSAS

 


Antón Chéjov nació en la localidad rusa de Taganrog, a orillas del Mar de Azov, en 1860. Su abuelo había sido un mujik, uno de esos humildes campesinos rusos sujetos a servidumbre en el férreo régimen feudal zarista que precedió a la Revolución. Ahorrando como una hormiga, consiguió lo necesario para comprar su libertad y la de sus cuatro hijos, uno de los cuales, Pável Yegórovich Chéjov, fue el padre de Antón. Su madre, Yevguéniya Yákovlevna, hija de un comerciante de pieles viajero y aventurero, llenó la infancia de Antón y la de sus hermanos con hermosas historias y fantasías que con los años serían el germen de muchas de las narraciones del escritor.

El joven Chéjov estudió medicina en Moscú. Comenzó ya entonces a escribir breves narraciones humorísticas para varios diarios moscovitas, según confesión de su autor, más por necesidad de ganar unos rublos que por verdadera vocación. Sea como fuere, en ese tiempo adquirió oficio como narrador, y adoptó el hábito de escribir diariamente, algo que no abandonó durante el resto de su vida.

Ejerció como médico rural en diferentes lugares, y continuó escribiendo cuentos que vendió a medios cada vez más influyentes, hasta llegar a hacerse un nombre en la literatura. En los primeros ochenta inició su carrera como dramaturgo, estrenando en Moscú y San Petersburgo. En 1887 comenzó a sentir los primeros síntomas de tuberculosis, enfermedad que iba a causarle la muerte. A causa de su delicada salud residió largas temporadas en Ucrania, Crimea, Francia, Italia y otros lugares. En 1890 realizó un extenso y penoso viaje a las prisiones siberianas de la isla Sajalin, las más duras del imperio ruso. Por parte de las autoridades zaristas se le ofreció total libertad para moverse y recabar información, pero lo cierto es que todos sus pasos estuvieron controlados. Esta experiencia terminó de minar su precaria salud. Se casó en 1901 con la famosa actriz Olga Knipper, intérprete en muchas de sus obras teatrales. Falleció Chéjov en un balneario alemán en 1904, cuando tenía sólo cuarenta y cuatro años. Aunque murió trece años antes de la Revolución del 17, su ateísmo militante y sus aceradas críticas al régimen zarista, le sitúan entre los intelectuales rusos pre-revolucionarios. Así se reconoce por la crítica especializada y por las diferentes instancias culturales de la etapa soviética.

En cuanto a su obra literaria, puede encuadrarse en el realismo y el naturalismo, movimientos muy en boga hacia el cambio de siglo, sin excluir tampoco su tendencia al simbolismo. El número de sus cuentos y relatos breves es inabarcable, sobre todo porque en sus primeros años utilizó diferentes seudónimos, de los que se han identificado varias decenas. Un cálculo aproximado sobrepasaría el millar de relatos publicados.

Pero acaso lo más importante de la producción de Chéjov son sus obras teatrales. No es exagerado calificarle como reinventor de la dramaturgia moderna. Sus técnicas fueron adoptadas por autores de la talla y la solvencia de un Arthur Miller o un Tennessee Williams. Las puestas en escena de sus obras fueron aclamadas en Rusia antes y después de la Revolución. En los escenarios europeos hicieron furor sobre todo en el periodo de entreguerras, gracias fundamentalmente a las traducciones al inglés de Constance Garnett, que sirvieron de base para la traducción a otros idiomas occidentales.

Entre sus títulos más célebres cabe destacar Platónov, Ivánov, Petición de mano, El canto del cisne, La boda, El aniversario, Las tres hermanas o El jardín de los cerezos. Pero sin duda las más representadas y aclamadas en los teatros de todo el mundo han sido La Gaviota y Tío Vania, estrenadas en 1896 y 1899 respectivamente, que valieron a su autor el merecido y nada exagerado epíteto de Shakespeare ruso.

De nuestra biblioteca Bigotini extraemos el enlace para acceder a la versión digital de La dama del perrito, narración breve que contiene la esencia del inimitable estilo y el talento literario de Antón Chéjov. Clic en el enlace y a disfrutar la prosa de este gran escritor.

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=La+se%C3%B1ora+del+perrito.pdf

La brevedad es hermana del talento. Antón Chéjov.



miércoles, 2 de diciembre de 2020

ANEMIA FERROPÉNICA. CÓMO CONSEGUIR UNA SALUD DE HIERRO

 

La hemoglobina es la proteína que forma parte como componente principal, de los hematíes o glóbulos rojos de nuestra sangre, y les confiere capacidad para transportar oxígeno desde los pulmones, a través del corazón, al resto de tejidos del organismo. La hemoglobina está compuesta por cuatro cadenas peptídicas (globinas), a cada una de las cuales se une un grupo hemo. Este grupo hemo es una molécula compleja que contiene un ión ferroso, es decir, un átomo de hierro. El átomo de hierro es capaz de establecer un enlace reversible con una molécula de oxigeno, para poder transportarlo.

De esta forma tan ingeniosa como eficaz, nos las arreglamos los animales para movilizar y metabolizar el oxígeno del aire atmosférico. En el reino vegetal obviamente no existe la hemoglobina. Su equivalente es otra molécula compleja llamada clorofila, que contiene un pigmento verde y faculta a las plantas para realizar la fotosíntesis, proceso por el que obtienen energía a partir de la luz solar.

Pero lo que hoy nos interesa es la hemoglobina. Cuando tenemos menos cantidad de hemoglobina de la necesaria, decimos que existe una anemia. El apellido anemia ferropénica indica la carencia en términos relativos de hierro, ya que al disponer de menos hemoglobina, consecuentemente nuestra sangre transportará una cantidad menor de este mineral. Los síntomas no se hacen esperar. Un profundo cansancio unido a una coloración pálida de la piel, son los más habituales. En los casos más graves pueden producirse otros signos carenciales, desnutrición y postración severa que entregada a su evolución natural, conduciría a la muerte.

Las causas más habituales son las dismenorreas con sangrado abundante, que se producen con mayor frecuencia en mujeres adolescentes y jóvenes, y en menor medida, en la época que precede inmediatamente a la menopausia. Otras causas de anemia ferropénica en mujeres incluyen los sangrados vaginales por endometriosis, miomas y otros tumores ginecológicos. En ambos sexos puede producirse anemia secundaria a sangrados del tubo digestivo: gastritis, úlceras gástricas o gastroduodenales, varices esofágicas, colitis ulcerosas, enterocolopatías, tumores digestivos, etc. Algo más raras en nuestro tiempo son las anemias de origen carencial, por malnutriciones (en niños o embarazadas), por vómitos provocados (en los trastornos del comportamiento alimentario), o las relacionadas con una dieta vegetariana estricta (vegana o macrobiótica).

El diagnóstico de anemia ferropénica se establece fundamentalmente por la analítica. Se objetiva un descenso de la hemoglobina. A menudo, aunque no siempre, se acompaña de una disminución del recuento de hematíes, así como del valor hematocrito. Pueden verse alterados los parámetros que forman parte del metabolismo del hierro: ferritina, transferrina, y por supuesto el propio volumen de hierro sérico.

¿Qué debes hacer si presentas los síntomas referidos o si te han diagnosticado una anemia? Sencillo, verás:

  • Consulta con tu médico. Los consejos de tu abuelita servirán de poco, por muy bienintencionados que sean. Tu médico indicará un tratamiento etiológico (que ataque a la causa de tu anemia), y un tratamiento de reposición de hierro.
  • Toma el fármaco (compuesto de hierro) que el médico te haya recetado. Debes ser constante y tomarlo diariamente. Los tratamientos, para ser eficaces y reintegrar los depósitos de hierro del organismo, deben durar un mínimo de 3 o 4 meses.
  • No sustituyas el fármaco específico por otro producto de parafarmacia o algún reconstituyente de los que se publicitan en la radio comercial o en la teletienda. Estas sustancias contienen cantidades muy reducidas de hierro, se absorben peor, y directamente son una porquería.
  • No tomes el fármaco mezclado con leche, lácteos o antiácidos, porque dificultan el paso del hierro a la sangre.
  • No te alarmes si tus heces adquieren un color negro o muy oscuro. Se trata de un efecto secundario habitual del fármaco.
  • Es preferible tomar el compuesto de hierro con el estómago vacío, porque se absorbe mejor. No obstante, si te produce molestias gástricas, prueba a tomarlo con las comidas. Últimamente parece demostrado que el hierro se absorbe mejor si se asocia a la vitamina C. Un zumo de naranja o un par de mandarinas pueden ser un buen acompañamiento del fármaco. Si aun así persisten la gastralgia, las diarreas o las náuseas, consulta con tu médico. Probablemente cambiará el preparado o la forma de administración.
  • Sométete a las pruebas analíticas programadas y los controles que indique tu médico.
  • Aliméntate bien: carnes rojas, hígado y otras vísceras, pollo, pescados de cualquier clase, yema de huevo… Todos estos alimentos tienen un alto contenido en hierro. No olvides nuestras muy tradicionales morcillas, salchichas, longanizas, butifarras  y otros embutidos elaborados con carnes y sangre. Existe una asombrosa variedad de ellos en nuestro país, y todos son exquisitos. Bon apetit.

Me casó un juez. Debería haber exigido un jurado imparcial.  Groucho Marx.