sábado, 1 de agosto de 2020

LINFOCITOS-T REPROGRAMADOS: UNA NUEVA ESPERANZA



Iniciamos en el blog del profe una sección dedicada a biología y ciencias de la salud. Esperamos que sea para vosotros del mismo interés que el resto de nuestras modestas aportaciones divulgadoras.

En 2012 saltó a los medios la noticia de la asombrosa curación de la niña americana Emma Whitehead. Como han transcurrido ya ocho años desde entonces, la terapia a que se sometió parece consolidada, y las reseñas que leímos entonces resultaban algo confusas, permitidme que desde nuestro blog, siempre interesado en los temas de biología y ciencias de la salud, aportemos alguna claridad para comprender el extraordinario alcance de esta prometedora nueva terapia.


La pequeña Emma padecía desde los cinco años una leucemia linfoblástica aguda, entidad que suele presentar elevados índices de mortalidad. En el Hospital Infantil de Filadelfia, donde era atendida, se la había sometido sin éxito a agresivos tratamientos quimioterápicos. No se mencionó en ninguna de las versiones si se le había realizado también un transplante de médula ósea, que siguiendo los protocolos, podría haber sido el siguiente paso. El caso es que trasplantada o no, la situación debía ser desesperada cuando se recurrió a un tratamiento experimental desarrollado en la Universidad de Pensilvania, con el que al parecer ya se había conseguido anteriormente la remisión completa de tres casos similares en adultos, uno de ellos de 65 años.


 El tratamiento consiste en la extracción de millones de células-T que se obtienen de la propia paciente. Estas células-T, o más concretamente linfocitos-T, pertenecen a una estirpe de leucocitos o glóbulos blancos, que constituye la que podríamos llamar primera línea de ataque contra las células alteradas de la leucemia y contra las células cancerosas en general. Muchos oncólogos están convencidos de que de una forma más frecuente de lo que pensamos, se producen en nuestro organismo tumores incipientes y crecimientos celulares desordenados. Si no llegan a detectarse es precisamente porque nuestros linfocitos-T los atacan en su inicio y no permiten que estas células malignas lleguen a desarrollarse y producir síntomas.

Siguiendo la secuencia del relato, estos linfocitos-T se reprograman genéticamente antes de ser reintroducidos en el torrente sanguíneo. ¿Cómo se consigue esta reprogramación? Mediante el virus del SIDA. Ni más ni menos. El VIH o virus del SIDA, además de ser extraordinariamente versátil, es a estas alturas un viejo conocido muy familiar en los laboratorios. Los virólogos y genetistas se han acostumbrado a manipularlo. Así que el VIH primero se desactiva (se decapita su cadena de nucleótidos para hacerlo incapaz de replicarse o reproducirse) y después se carga con un gen, el gen que precisamente interesa añadir a los linfocitos-T para hacerlos más eficaces y agresivos frente a las células cancerosas. El VIH actúa como un vehículo que transporta el gen milagroso hasta los linfocitos-T, los “infecta” penetrando en ellos, y de esta manera la carga genética de este VIH modificado o “bueno” pasa a ser parte integrante del contenido genético de estos nuevos linfocitos-T que podríamos calificar de reforzados.


El paso siguiente es reintroducir estos nuevos linfocitos-T en la sangre del paciente. El tratamiento en sí consiste en una inyección masiva de ellos, que inmediatamente comienzan a luchar contra las células cancerosas, llamadas células-B.
El resultado fue dramáticamente descrito en el caso de la pequeña Emma Withehead. Sobrevino un acceso febril brutal a modo de shock séptico generalizado. Ello se debe a la liberación masiva de citoquinas en el torrente sanguíneo, más concretamente de la citoquina conocida como interleuquina-6, seguida del resto de la “cascada” que acompaña a estos fenómenos inmunológicos agudos. La vida de la niña corrió serio peligro durante unas horas. Tuvo que ser tratada con un fármaco que se utiliza en la artritis reumatoide. La respuesta afortunadamente fue satisfactoria, hasta el punto que Emma, que tiene ahora quince años y entonces tenía siete, comenzó inmediatamente a hacer una vida completamente normal lejos ya del hospital.

Al parecer el tratamiento con linfocitos-T reprogramados genéticamente confiere al sistema inmune una capacidad duradera para combatir el tumor, lo que constituye una noticia sensacional por su alcance. En un futuro cercano esta terapia va a utilizarse no sólo en las leucemias, sino en procesos como el cáncer de mama o el de próstata. Habrá que prevenir o minimizar los efectos secundarios. Los investigadores están pensando en realizar la reintroducción de linfocitos-T reprogramados en varias tandas, y no de una sola vez como se hizo en el caso de Emma y en los tres adultos de Pensilvania. Las incertidumbres aun son muchas, pero es indudable que se abrió entonces un espléndido horizonte de esperanza.

La venganza proporciona un instante de satisfacción. El perdón satisface durante toda la vida. Confucio.




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