sábado, 23 de mayo de 2020

DEBORAH KERR. DE AQUÍ A LA ETERNIDAD




En De aquí a la eternidad fue donde muchos españolitos descubrimos a Deborah Kerr fundiéndose con Burt Lancaster en un beso interminable y revolcándose en la arena, allí donde rompen las olas. Un revolcón inolvidable que nos dejó atónitos varios años después, probablemente frente a la pantalla del televisor, porque en los años cincuenta del estreno de la película, la escena fue convenientemente suprimida por los censores del régimen nacional católico de don Claudio patas cortas.
En aquella gran película de Zinnemann la actriz tenía sólo treinta y dos años. Parecía mucho mayor, siempre lo pareció, acaso porque solía encarnar personajes de mujeres más maduras de lo que correspondía a su edad. Para eso contribuyó decisivamente su impecable acento de dama inglesa (escocesa, para ser exactos), y la profusión de moños y recogidos con que solía peinarse. El pelo suelto al parecer nunca formó parte de su imagen.
Deborah Kerr era milady, su majestad, una profesora… la señorita nosecuántos, como en El rey y yo, otro peliculón magnífico. Hoy, a modo de recuerdo, os ofrecemos el enlace para contemplar un fragmento musical precisamente de ese gran filme de 1956. Haced clic en la carátula y disfrutad unos minutos de la belleza y el mágico encanto de aquella mujer irrepetible.

Próxima entrega: Fred Zinnemann



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