Se
tienen muy pocos datos biográficos y ningún retrato de esta jienense nacida
entre 1610 y 1615. Personalmente prefiero la última fecha por coincidir con la
publicación de la segunda parte del Quijote. Mariana
de Carvajal y Saavedra comparte con Cervantes, además del
segundo apellido, su inclinación por las letras.
Sabemos
que siendo aun una niña, su padre, don Álvaro de Carvajal, un hidalgo granadino,
trasladó la familia de Jaén a Granada, ciudad en la que transcurrió la juventud
de Mariana, y donde se casó (pues ese era el único destino razonable de
cualquier mujer de su tiempo) con el también hidalgo don Baltasar Velázquez,
alcalde de la Real Chancillería
granadina. Sabemos también que en 1640 tuvo un hijo, Rodrigo Velázquez, que
estudió en Alcalá y Salamanca, y llegó a ser caballero del hábito de Santiago.
Don
Baltasar se trasladó con ella a la
Corte madrileña tras ser nombrado miembro del Consejo de
Hacienda. Ya veis que todos los anteriores son datos biográficos de su esposo y
de su hijo. Mariana hasta aquí mantiene su biografía tan oculta como la de los
millones de mujeres españolas anónimas que a lo largo de la historia, hijas,
esposas o madres, aparecen asociadas al varón en un discreto segundo plano, y
apenas documentadas en un registro de bautismo (inexistente en este caso), de
casamiento o de defunción. Precisamente la fecha de defunción del marido, 1656,
convierte en viuda a Mariana de Carvajal, momento en el que escribe un memorial
al rey solicitando amparo, pues, muerto
el dicho su marido, habiendo servido veintitrés años a Vuestra Majestad, sin
dejar hacienda alguna, y dejando tres hijos varones y seis hijas, la suplicante
se halla con mucha necesidad y sin tener con qué poder acudir al sustento y
crianza dellos.
Por
este escrito sabemos que además de a Rodrigo, el caballero de Santiago, Mariana
parió al menos otros ocho hijos. Nada conocemos de posibles embarazos
malogrados o eventuales niños muertos prematuramente, pero con esos datos puede
afirmarse que la pobre pasó preñada la mayor parte de su vida. La Majestad Católica
del cuarto rey Philipo concedió graciosamente a Mariana la pensión de
doscientos ducados que hubiera correspondido a su difunto.
Y
por fin tenemos noticia de su quehacer literario, pues en 1663 la imprenta
madrileña de Gregorio Rodríguez publica sus Navidades de Madrid y noches
entretenidas, una colección de ocho novelas que la autora dedicó a don
Francisco Eusebio de Petting, conde del Sacro Romano Imperio, y embajador del emperador Leopoldo en la
corte de Felipe IV. Un año más tarde, en 1664, sus hijos Rodrigo y Francisco
(ya sabemos el nombre de otro de los hijos) presiden en Granada una academia
literaria en la que no participa su madre, detalle que, unido a que ya no se
tienen más noticias de ella, permite suponer que ya había fallecido. Con
cincuenta y tantos años, su historial obstétrico y la esperanza de vida de la
época, parece más que probable.
Un
tal Valdelomar, el censor, en la aprobación de Navidades de Madrid que aparece en la primera edición, se admira de
que haya en el recogimiento de una mujer
sitio para que con sus honestos divertimientos dé materia para deleitar,
aprovechando a quien le leyere. De lo que podemos admirarnos nosotros es de
que Mariana de Carvajal tuviera tiempo y disposición para escribir una prosa,
acaso no tan divertida para el lector actual, pero sin duda provechosa como
decía el censor. Porque, efectivamente, el mayor provecho que hoy podemos
obtener de su lectura es la magnífica descripción y la fuente inagotable de
datos curiosos acerca de la vida cotidiana y las costumbres de las gentes de su
tiempo. La detallada descripción de vestidos, enseres, muebles, viviendas,
etc., resulta esencial para quien quiera conocer cómo vivían los españoles del
siglo XVII. Lo mismo que en el barroco hay pintores especializados en
bodegones, en la literatura española del Siglo de Oro contamos con Mariana de
Carvajal, una bodegonista literaria de primer orden.
La
propia autora dio noticia de la existencia de doce comedias escritas por ella
que hasta ahora no han podido ser encontradas.
En
nuestra Biblioteca Bigotini tenemos el placer de ofreceos la versión digital de
las citadas Navidades de Madrid y noches entretenidas,
una rara joya de la que con seguridad podréis disfrutar. Haced clic en la portadilla y
deleitaos con la prosa de Mariana de Carvajal, una ilustre dama jienense
olvidada injustamente durante siglos por su condición de mujer.
Nunca
en mi vida he leído un libro. No tengo tiempo. Prefiero comprar discos.
Victoria Beckham.
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