jueves, 27 de febrero de 2020

LOS PRIMEROS REYES DE ROMA


Rómulo
Según la antigua tradición romana, cuando murió Rómulo, primer rey y fundador, Marte en persona, es decir, su padre (recordemos que Rómulo y Remo eran hijos de Marte y Rea Silvia), lo condujo a los cielos, transformándole en dios, el dios Quirino, en cuya forma los romanos le veneraron desde entonces, y en cuyo honor levantaron un templo, el Quirinal. Los tres reyes que sucedieron a Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio y Anco Marcio, se conocen como los reyes agrarios, porque en aquel tiempo la urbe consistía en poco más que unos cuantos templos dedicados a las deidades principales salpicando las siete colinas romanas y algunas casas de los patricios fundadores. Roma estaba rodeada de campos de labranza donde trabajaban y residían los ciudadanos, incluidos los propios primeros reyes que al parecer, ni en el vestido ni en ningún otro signo externo se diferenciaban del resto.

Numa Pompilio
Naturalmente, es imposible saber hasta qué punto se ajusta a la realidad esa visión fraternal e igualitaria, pero lo cierto es que a los romanos, tanto en la etapa republicana como durante el Imperio, les gustaba y les enorgullecía pensar que era cierta. Durante aquellos años fundacionales la sociedad y las costumbres romanas se apoyaban de manera importante en la religión. Numa hizo cundir el rumor de que cada noche le visitaba en sueños la ninfa Egeria, que le transmitía desde el lejano Olimpo las instrucciones de su gobierno. Se estableció de este modo que quien se atreviera a desobedecerlas no sólo se enfrentaba al rey, un tipo corriente con su azada al hombro como los demás, sino que cometía un delito de lesa divinidad, enfrentándose a los dioses. Así que aquellos reyes agrarios más que monarcas eran una especie de sacerdotes, líderes espirituales a imitación de la figura del arconte Basileo en la mítica Atenas.

Ingres. Rómulo triunfante

Tulio Hostilio
Una de las virtudes, acaso la principal de los primeros romanos, era la disciplina. Los ciudadanos obedecían ciegamente al rey, los hijos y las esposas al paterfamilias, los hermanos menores a los mayores, los soldados a sus jefes y los siervos a sus amos. Numa también estableció una rigurosa jerarquía entre los propios dioses.
Roma estaba dividida en tres tribus: latinos, sabinos y etruscos. Cada tribu lo estaba a su vez en diez curias o barrios, cada curia en diez gentes o manzanas de casas y cada gente en familias. Las curias se reunían dos veces al año, celebrando los comicios curiados, que entre otras cosas se ocupaban de la sucesión del rey cuando el anterior fallecía. Una democracia pura, sin clases sociales, al menos en esos años idílicos en los que Roma no fue más que un villorrio con muy pocos habitantes. Los reyes agrarios, después de oficiar los sacrificios reglamentarios a los dioses, se sentaban a impartir justicia actuando como jueces en las escasas disputas que se suscitaban, luego se irían a su casa a cenar, y al día siguiente madrugarían para labrar sus campos. Cuando la ciudad fue creciendo, los reyes no tuvieron tiempo para realizar todas esas funciones, y comenzaron a nombrar funcionarios. Nació así la burocracia, lo que supuso el principio del fin de aquella idílica edad de oro.

Anco Marcio
La primera institución de que se tiene noticia fue el consejo de los ancianos o Senado, constituido por un centenar de miembros, descendientes todos, por derecho de primogenitura, de los fundadores. La segunda, surgida casi inmediatamente, fue el ejército, en el que cada una de las treinta curias proporcionó una centuria (cien soldados de infantería) y una decuria (diez hombres a caballo). Esos tres mil trescientos hombres formaban una legión, el único cuerpo militar de aquella Roma ancestral. Si la totalidad de las curias formaban el comicio curiado, sus miembros armados, es decir, la legión, formaba el comicio centuriado, órgano en el que se apoyaba el rey para tomar decisiones sobre operaciones militares o para elegir oficiales, que en aquellos primeros tiempos se llamaron pretores.

Tomando como punto de partida los tres mil trescientos miembros del ejército, se deduce que el conjunto de la población no sobrepasaría los treinta mil habitantes, la mayor parte de ellos diseminados en los campos circundantes. A juzgar por los vestigios hallados, debían vivir muy pobremente, al menos los sabinos y los latinos, aunque es muy posible que entre los etruscos hubiera elementos más sofisticados, como corresponde a su cultura y su arte mucho más elaboradas. No debe extrañarnos pues que con el tiempo, ciertas familias de ascendencia etrusca fueran ocupando cargos y desempeñando papeles de mayor relieve, hasta culminar con la llegada del quinto rey de Roma, Tarquino Prisco, que inició la dinastía de reyes etruscos, también llamada de los Tarquinos o reyes mercaderes. Con ellos la primitiva sociedad romana pasó de ser rural a convertirse en urbana.

La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que los demás sean jóvenes. Oscar Wilde.




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