miércoles, 8 de enero de 2020

HORMIGAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO


Las hormigas son desde muchos puntos de vista, seres extraordinarios. Inventaron las sociedades complejas y la división del trabajo muchos millones de años antes que los seres humanos. Existen especies de hormigas que practican la ganadería, alimentando a pulgones de los que obtienen una secreción azucarada. Muchas otras especies son expertas agricultoras: cultivan diferentes vegetales, cereales, y hasta se han especializado en cultivos hidropónicos. Las hay que han perfeccionado el arte bélico hasta el punto de dirigir y movilizar auténticos ejércitos, ejecutando complicadas estrategias militares. La mirmecología, que estudia a las hormigas es sin duda la especialidad entomológica más rica y activa, aportando día tras día, nuevos y fascinantes descubrimientos.


Mirmecólogos y paleoentomólogos están de acuerdo en que tanto las hormigas como las abejas (la otra gran familia de insectos sociales) descienden de un antepasado común parecido a una avispa. Hace muchas décadas que se han descrito un buen número de especies de abejas tanto vivas como fósiles, cuyas características primitivas las emparentan sin lugar a dudas con sus antepasadas “vespiformes” (no sé si la palabra existe o la acabo de meter aquí by the face). El problema era que hasta hace relativamente pocos años, no se habían encontrado hormigas con esos mismos rasgos arcaicos. Probablemente esta demora en el descubrimiento se debe a que la mayor parte del registro fósil mirmecológico se encuentra en los yacimientos de ámbar del Báltico. Una auténtica mina de oro paleontológica que se nutre de los extensos bosques del Oligoceno, que hace entre 25 y 40 millones de años cubrían la región, coincidiendo precisamente con el periodo de mayor auge y proliferación de las hormigas sobre nuestro planeta. La cuestión era que todos los ejemplares fósiles presentaban ya rasgos modernos que las incluían en los diferentes géneros de hormigas conocidos en la actualidad, de manera que todo aquel ingente trabajo investigador resultaba un tanto frustrante.

Sphecomyrma freyi

Afortunadamente esto cambió en 1966, cuando una pareja de jubilados de apellido Frey encontró durante su paseo diario en una playa de Nueva Jersey, un pedazo de ámbar con dos hormigas obreras perfectamente conservadas en su interior. Los especímenes fueron estudiados por Carpenter y Wilson, entomólogos de Harvard, quienes inmediatamente comprendieron la importancia del hallazgo. La especie fue bautizada como Sphecomyrma freyi, donde el nombre genérico sphecomyrma significa hormiga-avispa y el nombre específico freyi homenajea a la pareja que la encontró. S. freyi debió vivir hace unos 90 millones de años, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra, como en aquella película tan mala en la que Raquel Welch lucía palmito con un bikini de piel.

Nothomyrmecia macrops

Ya veis lo que son las cosas. Los especialistas habían pasado más de un siglo buscando el eslabón perdido sin éxito… y de repente no sólo se encuentra uno, sino que pocos años más tarde, en la década de los setenta, los entomólogos australianos hallaron en su país nada menos que un fósil viviente: Nothomyrmecia macrops, una especie grande y amarilla de ojos saltones y mandíbulas en zigzag, cuyo aspecto vespiforme (lo he comprobado y efectivamente, la palabra es correcta) no deja lugar a dudas sobre su antigüedad.

Martialis heureka

El tercer hallazgo se ha producido hace muy poco, por eso hoy se me ha ocurrido reseñarlo. Se debe a dos mirmecólogos alemanes llamados Christian Rabeling y Manfred Verhaagh. Se trata de un ejemplar vivo que habita en la selva amazónica, al que se ha puesto el nombre de Martialis heureka. Los especialistas de todo el mundo la han considerado con diferencia la más primitiva de las halladas hasta el presente, y calculan que el género al que pertenece, y del que no se conoce ningún otro ejemplo, puede tener una antigüedad próxima a los 120 millones de años. Se trata de una pequeña hormiga de 3 milímetros, que habita el subsuelo húmedo de la selva, está dotada de unas fuertes mandíbulas depredadoras, es blanca y completamente ciega.

En fin, ya veis que las hormigas son muy pequeñas, sí, pero de una importancia enorme para el ecosistema terrestre. Se calcula que existen alrededor de 20.000 especies de hormigas en el planeta, y probablemente más de 10.000 billones de ejemplares. Las hormigas constituyen algo así como el 15% del total de la masa de los seres vivos que habitamos la Tierra, superando ampliamente la masa de los seres humanos. Así que ya sabéis, pequeñas, pero…

Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…  Groucho Marx.



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