Las hormigas son desde muchos puntos de vista,
seres extraordinarios. Inventaron las sociedades complejas y la división del
trabajo muchos millones de años antes que los seres humanos. Existen especies
de hormigas que practican la ganadería, alimentando a pulgones de los que
obtienen una secreción azucarada. Muchas otras especies son expertas
agricultoras: cultivan diferentes vegetales, cereales, y hasta se han
especializado en cultivos hidropónicos. Las hay que han perfeccionado el arte
bélico hasta el punto de dirigir y movilizar auténticos ejércitos, ejecutando
complicadas estrategias militares. La mirmecología,
que estudia a las hormigas es sin duda la especialidad entomológica más rica y
activa, aportando día tras día, nuevos y fascinantes descubrimientos.
Mirmecólogos y paleoentomólogos están de acuerdo en
que tanto las hormigas como las abejas (la otra gran familia de insectos
sociales) descienden de un antepasado común parecido a una avispa. Hace muchas
décadas que se han descrito un buen número de especies de abejas tanto vivas
como fósiles, cuyas características primitivas las emparentan sin lugar a dudas
con sus antepasadas “vespiformes” (no sé si la palabra existe o la acabo de
meter aquí by the face).
El problema era que hasta hace relativamente pocos años, no se habían
encontrado hormigas con esos mismos rasgos arcaicos. Probablemente esta demora
en el descubrimiento se debe a que la mayor parte del registro fósil
mirmecológico se encuentra en los yacimientos de ámbar del Báltico. Una
auténtica mina de oro paleontológica que se nutre de los extensos bosques del
Oligoceno, que hace entre 25 y 40 millones de años cubrían la región,
coincidiendo precisamente con el periodo de mayor auge y proliferación de las
hormigas sobre nuestro planeta. La cuestión era que todos los ejemplares
fósiles presentaban ya rasgos modernos que las incluían en los diferentes
géneros de hormigas conocidos en la actualidad, de manera que todo aquel ingente
trabajo investigador resultaba un tanto frustrante.
Sphecomyrma freyi |
Afortunadamente esto cambió en 1966, cuando una
pareja de jubilados de apellido Frey encontró durante su paseo diario en una
playa de Nueva Jersey, un pedazo de ámbar con dos hormigas obreras perfectamente
conservadas en su interior. Los especímenes fueron estudiados por Carpenter y
Wilson, entomólogos de Harvard, quienes inmediatamente comprendieron la
importancia del hallazgo. La especie fue bautizada como Sphecomyrma freyi, donde el
nombre genérico sphecomyrma significa hormiga-avispa y el nombre
específico freyi homenajea a la pareja que la
encontró. S. freyi debió vivir hace unos 90 millones de
años, cuando los dinosaurios
dominaban la Tierra, como en aquella película tan mala en la que Raquel Welch
lucía palmito con un bikini de piel.
Nothomyrmecia macrops |
Ya veis lo que son las cosas. Los especialistas
habían pasado más de un siglo buscando el eslabón perdido sin éxito… y de
repente no sólo se encuentra uno, sino que pocos años más tarde, en la década
de los setenta, los entomólogos australianos hallaron en su país nada menos que
un fósil viviente: Nothomyrmecia macrops, una especie grande y amarilla
de ojos saltones y mandíbulas en zigzag, cuyo aspecto vespiforme (lo he comprobado y efectivamente, la
palabra es correcta) no deja lugar a dudas sobre su antigüedad.
Martialis heureka |
El tercer hallazgo se ha producido hace muy poco,
por eso hoy se me ha ocurrido reseñarlo. Se debe a dos mirmecólogos alemanes
llamados Christian Rabeling y Manfred Verhaagh. Se trata de un ejemplar vivo
que habita en la selva amazónica, al que se ha puesto el nombre de Martialis heureka. Los
especialistas de todo el mundo la han considerado con diferencia la más
primitiva de las halladas hasta el presente, y calculan que el género al que
pertenece, y del que no se conoce ningún otro ejemplo, puede tener una
antigüedad próxima a los 120 millones de años. Se trata de una pequeña hormiga
de 3 milímetros, que habita el
subsuelo húmedo de la selva, está dotada de unas fuertes mandíbulas
depredadoras, es blanca y completamente ciega.
En fin, ya veis que las hormigas son muy pequeñas,
sí, pero de una importancia enorme para el ecosistema terrestre. Se calcula que
existen alrededor de 20.000 especies de hormigas en el planeta, y probablemente
más de 10.000 billones de ejemplares. Las hormigas constituyen algo así como el
15% del total de la masa de los seres vivos que habitamos la Tierra, superando
ampliamente la masa de los seres humanos. Así que ya sabéis, pequeñas, pero…
Hijo
mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña
mansión, una pequeña fortuna… Groucho Marx.
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