viernes, 8 de marzo de 2019

LA VIDA SEXUAL DE DEMODEX FOLLICULORUM



Si estás leyendo estas líneas se supone que eres un Homo Sapiens Sapiens (el nombre de la especie sirve lo mismo para chicos que para chicas). Pero, ¿cómo sería tu vida si hubieras nacido Demodex Folliculorum?
Este latinajo designa a unos ácaros, por lo general inofensivos, que habitan los folículos de los pelos de nuestras pestañas. No creas que son un caso raro. Demodex Brevis son unos parientes de D. Folliculorum, que ocupan pacíficamente nuestras glándulas sebáceas. Por poner unos cuantos ejemplos más, las aves alojan colonias de ácaros en el cálamo de sus plumas remeras; los murciélagos frugívoros hospedan ácaros en los ojos; las hormigas legionarias deben soportar una especie de ácaros que viven en sus antenas, y otra diferente que habita en sus patas; los colibríes conviven con unos ácaros que se introducen por sus orificios nasales, y tienen buen cuidado de no afectar el sentido del olfato de sus hospedadores, pues lo necesitan intacto para que estos los lleven hasta nuevas flores en las que comparten el dulce néctar con su  medio de transporte. No tienen la misma suerte las mariposas adultas de la Oruga Militar. Las pobres quedan sordas de su oído izquierdo colonizado por otra especie de ácaros. Eso si, siempre respetan el oído derecho. Como es natural, no les conviene que la mariposa quede totalmente sorda y a merced de los murciélagos, sus principales depredadores. Tiene mucho sentido. Si muere la mariposa, mueren ellos también.

La mayoría de estos ácaros parásitos tienen una curiosa particularidad reproductiva: sólo uno de cada ochenta individuos aproximadamente es macho, lo cual no deja de ser insólito, ya que contraviene la regla general de relación de sexos, que en la inmensa mayoría de las especies de reproducción sexual, es de uno a uno. ¿Cuál es la razón de esta inaudita característica?
La respuesta es bien sencilla: el aislamiento. La mayor parte de las especies animales tiene libertad de movimientos, por lo que les conviene producir machos para que corran mundo y se apareen con hembras de otros lugares, perpetuando así el acervo genético. Por el contrario, en colonias aisladas, condenadas a un encierro prolongado en un oído o en un folículo, lo que interesa es producir muchas hembras, lo que se traduce en muchos óvulos y una descendencia numerosa. El papel de los machos queda limitado a fecundar a sus hermanas en estos improvisados harenes. 
En el interior de un sinfín de orificios recónditos, tiene lugar una sucesión de orgías incestuosas, destinadas a aumentar la prole en una progresión exponencial. Cuando la población alcanza un límite incompatible con la subsistencia, una legión de hembras emigrará siguiendo su instinto, en busca de un nuevo orificio que colonizar, donde dos o tres de sus hijos machos copularán sin descanso con centenares de sus hermanas. Y es que la naturaleza tiene a veces estas cosas increíbles y fantásticas...

-¿Qué tal es tu mujer en la cama?
-Es como los peces. Se da la vuelta y nada.




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