Tres
letras que llenaron nuestra infancia de momentos felices. El 11 de
marzo de 1917 apareció el primer número de este semanario mítico,
impreso en el taller barcelonés de Arturo Suárez. Costaba la
prodigiosa cantidad de cinco céntimos, y en sus primeros números
imitaba a la revista cómica En Patufet, con un chiste a toda
página en la portada, que era lo que se llevaba en el resto de las
revistas españolas, y un solo color: el azul. Pocos meses más tarde
la publicación adoptó su formato definitivo con una historieta
completa en la portada y el añadido de varios colores más. De esta
manera el TBO se convirtió en lo
que después todos llamaríamos un tebeo,
palabra que en español define a las revistas de historietas
infantiles oficialmente desde 1968, en que la admitió la RAE, aunque
se venía empleando normalmente por los hablantes desde prácticamente
la aparición del TBO.
Como
curiosidad, digamos que esas tres letras T-B-O, proceden de la
portada de una inexistente publicación que dio título a una revista
musical de 1909 tan exitosa como efímera. Los principales editores
del TBO fueron Buhigas, Estivill y Viña. En las páginas del TBO de
los primeros años aparecieron firmas internacionales tan ilustres
como las de George McManus y Otto Soglow, y firmas nacionales de
artistas prodigiosos: Castanys, Benejam, Coll, Nin, Urda, Muntañola,
Blanco, Ayné, Sabatés, Moreno, Bernet Toledano, Raf... A la mayoría
de ellos dedicaremos algún espacio en esta Historia de la historieta
nuestra.
Tenía
el TBO, nuestro entrañable TBO, historietas y personajes
inolvidables: La familia Ulises, Melitón Pérez, Morcillón y
Babalí, Angelina y Cristóbal, Josechu el vasco, Joaquinete y su
chupete, Altamiro de la Cueva... y Los Grandes Inventos del
TBO con aquellos artilugios complicadísimos, habitaciones
repletas de mecanismos y poleas destinadas a rascarse la espalda o a
mecer la cuna del bebé, magníficos trabajos medio de humorista,
medio de ingeniero, que llenaron de fantasía los ratos de ocio de
millones de niños y de no tan niños. Color y risas en aquella
España descolorida y triste.
El
último número se publicó en 1988, aunque después se han hecho
diversas reediciones y recopilaciones. Emocionados y agradecidos,
como en la vieja canción, Bigotini et moi guardamos un
respetuoso silencio por este añejo decano de la historieta española,
y dejaremos que hablen por sí mismas unas cuantas páginas y
fragmentos que reproducimos aquí con la debida veneración.
Continuaremos...
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