lunes, 5 de marzo de 2018

MOMENTOS ESTELARES DE LA BIOLOGÍA: LA GASTRULACIÓN


Publicado en nuestro anterior blog en marzo de 2012

¿Por qué no acepté a aquel pretendiente millonario?, se pregunta Maribel. Nunca debí abandonar los estudios, se lamenta Manolo… Es indudable que en la vida existen ciertos momentos cruciales que marcan el destino futuro. Cada cual según su carácter o sus intereses, se inclinará por un acontecimiento u otro. Así, la colegiala soñará con su primer beso; el deportista guardará como reliquias sagradas la camiseta de la selección o el balón de aquel partido inolvidable; acaso el asesino acariciará la culata de su revólver recién engrasado… Cuando Neil Armstrong pisó la luna, cuando me casé, cuando enviudé, cuando Harry encontró a Sally… 

En Biología también existen estos momentos clave. Sin duda el nacimiento y la muerte constituyen dos hitos fundamentales para cualquier ser viviente. El mismo instante de la concepción marca la shakesperiana línea divisoria entre el ser y el no ser…
Quienes tenéis el hábito (y, por qué no decirlo, el buen gusto) de leer las tonterías que escribo, habréis detectado cierta inclinación a lo excéntrico y a lo intelectualmente alternativo, que quizá alguno con errado criterio, calificaría de chifladura, cuando no es otra cosa que minucioso rigor científico. No os sorprenderá pues, que a bocajarro os suelte lo siguiente: el momento clave en el desarrollo de cualquier miembro del reino animal es la gastrulación. Así, ¡con un par!

Dejad que os explique en qué consiste. Tras la fecundación, o sea, tras la unión de ambas células germinales (óvulo y espermatozoide), la resultante es una célula única llamada zigoto, dotada con la mezcla del material genético de ambos progenitores. El zigoto comienza a crecer mediante sucesivas divisiones celulares, hasta dar lugar a una especie de pelotón de células idénticas que por su forma, que recuerda al fruto de la morera, recibe el nombre de mórula. Posteriormente las células de la mórula se disponen de tal manera que forman algo así como una esfera hueca a la que se llama blástula.


Bien. Imaginad por un momento que esta esfera hueca, blandita y elástica, que por ahora sigue siendo de tamaño microscópico, creciera hasta llenar la palma de nuestra mano. Si la presionamos con un dedo sin romperla, se formará una especie de invaginación hacia el interior de la esfera, de forma que obtendremos otra esfera hueca muy parecida, pero ¡atención!, con una pared formada de una capa doble de células, y un orificio, por donde introdujimos el dedo. ¿Lo imagináis? Aquí está:




Así se forma la gástrula, término derivado de la raíz griega que designa al estómago, porque eso es lo que parece, y de alguna manera, eso es lo que realmente es, una especie de primitivo estómago que dará lugar, entre otras estructuras, al tracto digestivo. Vamos a ver la secuencia completa:



Pero, ¿qué tiene de especial la gastrulación para ser un momento tan decisivo en el destino del animal? Pues veréis, fijaos en el poro, en esa especie de agujero que tiene la gástrula (por cierto, se llama blastóporo). Con esa apariencia tan inocente, el destino del blastóporo, marcará el del individuo completo. Porque aquí se decide nada menos si el embrión acabará convirtiéndose en un invertebrado, por ejemplo un mejillón, o en un vertebrado, por ejemplo un empleado de banca. En los invertebrados (gusanos, insectos, arácnidos, medusas, esponjas...) el orificio será la futura boca; en el resto (ambulacrarios, tunicados, peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos, y por supuesto, nosotros mismos) el orificio acabará siendo el ano. En la gastrulación el individuo se juega su futuro a cara o cruz. Aunque en honor a la verdad, no puede negarse que se trata de un juego ciertamente ventajista: desde el mismo momento de la fecundación, en el ADN del nuevo individuo se incluyen los planos para abordar y terminar la construcción. Así que al final, como decían los fatalistas en la mitología clásica y en el Antiguo Testamento, todo está escrito. ¿Todo? Bueno, puede que no. A veces hay mutaciones, otras veces hay errores en la replicación, y en última instancia...
...En última instancia hay algo que se llama azar, algo que se llama voluntad, libre albedrío. Hay algo que se llama libertad.

Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad o la energía atómica: la voluntad. Albert Einstein.



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