lunes, 12 de marzo de 2018

JORGE LUIS BORGES. BIBLIOTECAS DE BABEL Y UNIVERSOS DE PAPEL



Nacido en Buenos Aires en 1899, Jorge Luis Borges Acevedo, heredó de sus ilustres antepasados sangre criolla, inglesa y portuguesa. Su padre, abogado, psicólogo y empedernido bibliófilo, fue quien más influyó en la infancia de Jorge. La biblioteca paterna se constituyó en refugio, manantial de ideas y paraíso soñado del joven Borges. Fue un niño gafotas, tímido y retraído que tomó sus primeras lecciones de una institutriz británica, y tuvo que soportar las burlas de los chicos de la escuela en pleno barrio de Palermo, el corazón de aquel Buenos Aires porteño, milonguero y canalla, que ya de adulto habría de reinventar el escritor. Creció fascinado por Cervantes, Oscar Wilde y la mitología griega. Cuando tenía quince años, la familia se trasladó a Ginebra, segunda patria del escritor. En aquel ambiente civilizado y neutral, a salvo de los navajeros de Palermo y de las bombas de la Gran Guerra, terminó de perfilarse la refinada personalidad del joven Borges, un dandy porteño-británico en Europa.

En 1921 regresó a Buenos Aires con su abuela, donde inició su ya imparable carrera literaria, y se relacionó con los artistas e intelectuales más destacados de la época. También conoció más tarde la España republicana, donde hizo sus contactos con poetas y hombres de letras. A esta etapa hay que atribuir su breve pero intensa pasión por el ultraísmo. Tuvo sus primeros amores fallidos, aunque a decir verdad, lo fueron todos los de su vida. Estela Canto, que acaso fue la primera mujer a la que pretendió, calificaba sus besos de torpes. Probablemente Borges actuó con la misma torpeza en las demás facetas de su vida social y pública. Un auténtico genio en la escritura, y un desastre en el cuerpo a cuerpo. En política se granjeó la antipatía de propios y extraños. Fue un declarado y autoproclamado antiperonista en aquella Argentina fanática del general y enamorada de Evita. Recibió innumerables premios a lo largo de su vida, alguno tan prestigioso como el Cervantes, galardón que obtuvo en 1980, pero con toda seguridad renunció al Nobel de literatura, cuando aceptó el doctorado honoris causa con que le premió el Chile de Pinochet. Él contaba que recibió una llamada de Estocolmo, advirtiéndole que nunca ganaría el Nobel si viajaba a Santiago. Su respuesta: mire señor, yo le agradezco su amabilidad, pero después de lo que usted acaba de decirme mi deber es ir a Chile. Hay dos cosas que un hombre no puede permitir: sobornos o dejarse sobornar...

Ya con sesenta y ocho años se casó con Elsa Astete. Otras mujeres de su vida fueron Delia Ingenieros y María Kodama, su segunda esposa. Su madre, Leonor Acevedo, fue también un personaje absorbente y omnipresente a lo largo de su existencia, pero en general Borges no tuvo lo que se dice una buena relación con las mujeres. Falleció en Ginebra en 1986, donde se halla enterrado. Sus últimos años los pasó sumido en la oscuridad como consecuencia de la ceguera progresiva y hereditaria que ya había afectado a su padre, y que fue apagando su vista desde muy joven. En esa última etapa escribía al dictado y se hacía leer en voz alta sus libros preferidos. Jorge Luis Borges fue uno de los más importantes literatos del siglo veinte, y sin duda uno de los grandes de las letras españolas. Su ausencia en la nómina de los premios Nobel de literatura, aun a pesar de lo dicho más arriba, clama injusticia a gritos.


Mitólogo, antropólogo, erudito... Es asombrosa la erudición de Borges y asombroso también su profundo conocimiento de una infinidad de facetas tanto de las artes y las letras como de la ciencia. Erudición enciclopédica, inmenso caudal de sabiduría, destila la obra borgiana. En El Aleph, acaso su obra más emblemática, muestra las posibilidades expresivas de la estética y de la inteligencia, inimitable fusión de mentalidad matemática, profundidad metafísica y visión poética del universo. En El libro de arena, unos ejercicios de ciego, como él mismo los llamó, Borges exhibió una rara conjunción de estilo llano y argumentos cargados de barrocas fantasías. Su Historia universal de la infamia es una selección de biografías en la incierta frontera de lo imposible, prodigiosas transmutaciones literarias y geográficas. En Historia de la eternidad realiza un ejercicio filosófico de contraposición del cristianismo y cierto neoplatonismo de raíz alejandrina, disgresiones trinitarias y patafísicas, Borges en estado puro. El libro de los seres imaginarios es un bestiario moderno que recoge y clasifica los diferentes monstruos que ha engendrado la fantasía y la locura de los hombres.


Hoy en nuestra biblioteca Bigotini os brindamos el enlace (clic en la carátula) para deleitaros con la versión digital de su relato La biblioteca de Babel, que apareció en la colección de narraciones breves titulada Ficciones. Se trata de uno de los relatos favoritos del propio autor, y desde luego también uno de los favoritos del profe, porque según expresión bigotiniana, tiene virtud de sumergirle a uno en las fantasías más remotas de su lejana infancia, a la vez que abre al lector insospechados caminos matemáticos, geométricos, fractales... Oscuros y a la vez inmensamente luminosos agujeros de gusano que nos permitirán acceder a universos paralelos y asombrosos. No os lo perdáis.

-Estoy enamorado de usted, profesora.
-Verás Manolito, es que no me gustan los niños pequeños.
-No se preocupe señorita, tomaremos precauciones.



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