lunes, 12 de febrero de 2018

CARL ANDERSON. A PROPÓSITO DE HENRY


Hijo de emigrantes noruegos, Carl Thomas Anderson nació en Madison, Wisconsin, en 1865. Comenzó a los veinticinco años dibujando caricaturas en el Philadelphia Times, alguna de ellas tan notable que se conserva en el Museo de la Industria de aquella ciudad. Pronto fue fichado nada menos que por Joseph Pulitzer (quien dio nombre a los prestigiosos premios), para dibujar tiras cómicas en el New York World, diario dirigido por el egregio periodista. En la década de 1890 Anderson triunfó con su serie The Filipino and the Chick. Poco después fue llamado por William Randolph Hearst, que siempre se afanaba en contratar a los mejores para trabajar en sus publicaciones. En el New York Journal del magnate dibujó las tiras Raffles and Bunny. Colaboró también en otras publicaciones como Judge, Life y Puck. Anderson hizo célebre su firma al pie de sus trabajos, con la ese mayúscula de AnderSon.

En el tristemente célebre crack del 29, no solo quebraron bancos e industrias. También se vieron afectados los periódicos y todo tipo de publicaciones, por lo que Anderson, como otros muchos dibujantes, se vio abocado al paro. Volvió a su Madison natal, y allí tras unos años en blanco, reinventándose desde la nada, resurgió con nuevo ímpetu y con un nuevo personaje que le haría mundialmente célebre. Se trata de Henry, un chiquillo cabezón y calvo capaz de resolver cualquier situación de la manera más disparatada. Las historietas de Henry eran casi siempre mudas o con muy pocos diálogos, lo que le abrió las puertas de otros países y otras culturas lejos de América. Henry apareció por vez primera en 1933 en The Saturday Evening Post. Los derechos fueron adquiridos por el poderoso King Features Syndicate, que publicó las aventuras de Henry hasta la muerte de Carl Anderson, acaecida en 1947, y después continuó editándolas con la firma de otros dibujantes. Secuela de Henry y también obra de Anderson fue la niña Henrietta, precursora de otras niñas del comic como Lulú o Periquita.

Os dejamos una breve muestra del talento creativo de Carl Thomas Anderson y de su travieso Henry.
















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