lunes, 4 de septiembre de 2017

EDME MARIOTTE, EL CLÉRIGO SABIO


Edme Mariotte nació en 1620 en Dijon, la patria de la mostaza. Sabemos poco sobre su infancia y juventud. Al parecer sin demasiada base, se le suele atribuir un retrato, el que aquí reproducimos, cuya identidad no está del todo clara. Se sabe que tuvo cuatro hijos antes de profesar en religión en el monasterio de Saint Martin Sous Beaume, del que llegó a ser padre prior.
Comenzó a ser conocido en las esferas científicas francesas por su descubrimiento del llamado punto ciego del ojo. Demostró mediante múltiples experimentos que, colocando una moneda pequeña a una distancia y en una situación determinada, los sujetos participantes en el estudio eran incapaces de verla. Este descubrimiento llegó a causar un gran asombro incluso en la Corte de París, y a partir de entonces Mariotte, que había sido un oscuro abate, se convirtió en una celebridad nacional.


Participó como miembro fundador en el nacimiento de la Asamblea Francesa de las Ciencias, que tuvo lugar en 1666. Fue el equivalente continental de la Royal Society británica. Ya instalado en París enunció la ley del efecto de la presión sobre los gases, que conocemos como Ley de Boyle-Mariotte, por haber sido enunciada por el británico Robert Boyle solo unos años antes. Todo indica que Mariotte sacó sus propias conclusiones, desconociendo los trabajos de Boyle. Por cierto que el francés fue más meticuloso en sus observaciones, puesto que además de establecer que el volumen de un gas es inversamente proporcional a la presión que se ejerce sobre él, añadió que esto se cumple a una temperatura constante, ya que el incremento de esta actúa también sobre el volumen del gas.


Mariotte destacó también en la botánica, siendo pionero en el estudio de la savia de las plantas, y comparando su circulación con la de la sangre entre los animales. Se ocupó de temas tan diversos como la caída de los cuerpos, la naturaleza de los colores o el retroceso de las armas de fuego.
Por último, a Edme Mariotte se debe un completo estudio espectral del Arco Iris. Semejante preocupación por algo tan milagroso y poético, merece con creces la admiración y el tributo que modestamente hacemos en Bigotini a este gran protagonista de la Ciencia. Laus deo.

El tiempo es el único capital de los que no tienen más fortuna que su inteligencia. Honoré de Balzac.




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