Pues
efectivamente, Sam Wood era lo que se dice un trabajador infatigable,
perfecto conocedor de su oficio. Desde la época muda había hecho de
todo en la industria del cine: productor, actor, guionista... sólo
le faltaba barrer los estudios, y hasta puede que lo hiciera en
alguna ocasión. Wood sabía cómo sacar el mejor partido a cada
actor. Obtuvo lo mejor de Valentino y de la Bergman, y tuvo que
lidiar con la anarquía caótica de los Marx. En definitiva, un
artesano del cine.
Precisamente
dirigió la que sin duda es la mejor película de los Marx, y una de
las mejores comedias de la historia del cine: Una
noche en la ópera.
De esta producción de 1935, ofrecemos hoy la celebérrima secuencia
del camarote,
que en diferentes ocasiones ha sido elegida por votación popular
como la más genial de las secuencias cómicas jamás filmadas. Haced
clic en la carátula
y recordad este gran momento.
Próxima
entrega: Cine europeo de entreguerras
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