Juan
de Ávila era natural de la villa manchega de
Almodóvar del Campo. Nació hacia 1500 en el seno de una familia de
conversos. Su padre, Alfonso de Ávila era de ascendencia judía,
algo que en aquel tiempo no favorecía demasiado, pero era dueño de
una mina de plata que producía sus dineros, algo que favorece en
cualquier tiempo. Juan comenzó a estudiar leyes en Salamanca, pero
por entonces se implantó en los reinos de España el célebre
estatuto de limpieza de sangre, que vetaba el acceso a
ciertos cargos y grados a quienes no podían demostrar descender de
cristianos viejos, así que Juan tuvo que desistir de su primera
vocación. Lo que perdió la judicatura lo ganó la religión. Acaso
para demostrar ante todos la sinceridad de su fe, o acaso, como
quieren sus hagiógrafos, inspirado por el Espíritu Santo, Juan se
retiró a su Almodóvar natal, donde se entregó a una dura
disciplina de penitencia y ascetismo. Convencido por algunos
religiosos, marchó a estudiar teología a Alcalá, que siendo una
Universidad menor, no exigía limpieza de sangre a sus alumnos. Allí
trató a Pedro Guerrero, Domingo de Soto, Francisco de Osuna y hasta
a Ignacio de Loyola. Recibió las órdenes sacerdotales en 1526.
Fallecidos sus padres, Juan de Ávila vendió toda su herencia y
repartió el dinero entre los pobres. Tuvo intención de marchar a
evangelizar a América, pero el obispo de Sevilla, Manrique de Lara,
le disuadió de esta idea, encargándole a cambio la tarea de
predicar por tierras andaluzas. Esta actividad valió a Juan el
epíteto de Apóstol de Andalucía.
Unos
sermones pronunciados en Écija y en Alcalá de Guadaíra, le
granjearon fama de erasmista. Denunciado y procesado por la
Inquisición sevillana, se vio obligado a retractarse. En su larga
etapa andaluza trabó amistad con Fray Luis de Granada y con
Cristóbal de Rojas, el obispo de Córdoba. Fundó la Universidad de
Baeza, y animó a los seguidores de Ignacio de Loyola a fundar la
Compañía de Jesús, aunque oficialmente nunca llegó a formar parte
de ella. Es fama que convirtió a dos futuros santos, el portugués
Joao Cidade Duarte, futuro San Juan de Dios, y el Duque de Gandía,
que llegaría a ser San Francisco de Borja. Falleció en 1569 en
Montilla, lugar donde se encuentra su tumba. Fue beatificado en 1894,
canonizado en 1970, y elevado al rango de Doctor de la Iglesia en
2012. En 1946, Pío XII le declaró Patrono del clero secular.
En
cuanto a la obra de San Juan de Ávila, destacan sus numerosas cartas
dirigidas tanto a diferentes figuras eclesiásticas de su época,
como a todo tipo de personas, muchas de ellas humildes, que conoció
a lo largo de su vida. También fue autor de varios opúsculos de
gran altura teológica, algunos de ellos esgrimidos por obispos o por
jesuitas españoles en el Concilio de Trento. En biblioteca Bigotini
traemos hoy el enlace para acceder a la versión digital de sus
Avisos y reglas cristianas para los que
desean servir a Dios. Están escritos con una prosa
sencilla, sin el menor adorno barroco, como corresponde a un manchego
paisano de Sancho Panza. Lo mismo que Sancho, San Juan de Ávila
utiliza profusamente los refranes. Haced
clic en la ilustración y empapaos bien de los avisos y
reglas de este santo que fue también excelente escritor. No dejéis
de leerlos, sobre todo si aspiráis a servir a Dios. Adiós, muy
buenas.
La
resignación es un suicidio cotidiano. Honoré de Balzac.
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