Los
biosensores son
herramientas, métodos o dispositivos que permiten analizar
biomoléculas en diferentes muestras de fluidos o tejidos, tales como
sangre, orina, saliva, lágrimas, semen, líquido cefalorraquídeo,
cabellos o células. Los especialistas en análisis clínicos
establecen una serie de patrones de datos, basados en la observación
de los pacientes, la estadística, la experiencia y diversos signos
objetivables y/o cuantificables. Aparte de las múltiples pruebas
analíticas, los biosensores que pueden hallarse en el mercado y nos
resultan más familiares son los autoanalizadores de glucosa que
utilizan muchos diabéticos, y los extendidos test de embarazo. Ambos
permiten de forma tan sencilla que requiere un mínimo de
entrenamiento, conocer datos cruciales como el índice de glucemia o
los niveles hormonales que determinan la existencia o ausencia de
embarazo, y todo ello sin necesidad de acudir a un centro sanitario o
disponer de un complejo laboratorio.
Esquemáticamente
cualquier biosensor consta de tres bloques bien diferenciados. En
primer lugar está la superficie sensora, que recibe la muestra biológica
depositada en ella, por ejemplo una gota de sangre o una pequeña
cantidad de orina. A continuación hay un transductor,
acaso la parte que exige una mayor complejidad técnica, que
convertirá la información biológica en una señal química,
eléctrica, lumínica... Por último está el dispositivo que recoge
la señal propiamente
dicha, y que a través de un lector numérico, una luz, un cambio de
color o cualquier otro signo, podrá interpretar el médico o el
mismo usuario.
El
primer bloque, la superficie sensora, es muy importante. En él hay
moléculas que literalmente son capaces de atrapar otras moléculas,
mediante afinidades químicas. El mecanismo es el que habitualmente
utilizan los enzimas en las reacciones que se producen normalmente en
biología. Cada sustancia encaja a la perfección en
una proteína determinada. Ella y sólo ella, puesto que es la única
que posee la forma adecuada para acoplarse en el locus preciso
de la proteína, tal como puede apreciarse en la ilustración. Entre
otras fuerzas capaces de unir las moléculas, están las fuerzas
iónicas. Las que tienen carga positiva buscan su encaje con la carga
negativa con tendencia al enlace estable. Además las formas de ambas
moléculas son, por así decir, complementarias.
Existe
siempre el riesgo de que determinadas moléculas parecidas a las que
se pretenden detectar, ocupen temporal o permanentemente el locus
enzimático destinado a encajar. En estos casos podrían producirse
falsos positivos, con lo que los resultados del análisis adolecen de
escasa fiablilidad. Si los enzimas utilizados en la superficie
sensora son inespecíficos, corremos el riesgo de que los resultados
no sean todo lo fiables que sería deseable. Crecientemente se
requiere para perfeccionar los métodos, que los sensores sean más
específicos, es decir, sean capaces de diferenciar entre miles de
parámetros distintos sin dar lugar a equívocos. Es imprescindible
también que los biosensores sean muy reproducibles, o lo que es lo
mismo, que midan siempre igual de bien, de manera que se produzca el
mínimo numero posible de falsos positivos. En definitiva, el
progresivo perfeccionamiento y mejora de los biosensores conducirá a
una mayor eficacia en la detección y tratamiento de enfermedades y
de diversos trastornos. La tendencia apunta a la creciente
personalización de las pruebas, de tal forma que puedan diseñarse
biosensores específicos no sólo para detectar la presencia de
determinadas sustancias, sino para adaptarlos a las características
individuales, a la bioquímica personal de cada paciente. El
conocimiento de los genomas de cada persona contribuirá sin duda a
este objetivo en un futuro que esperamos no sea demasiado lejano.
No
parece descabellado pensar que llegará un día en que cada persona
pueda disponer de un bioanalizador adaptado a sus características
individuales. Con una gota de sangre podría obtenerse de esta forma
una importante información sobre potenciales procesos patológicos,
lo que facilitaría en gran medida su prevención y control.
Papá
Noel perdió un reno y tuvo que someterse a diálisis. Padecía
insuficiencia renal.
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