molécula de CO2 |
Todos
los seres vivos estamos basados en la química del carbono.
Tanto que es dudoso que la vida hubiera podido originarse espontáneamente en
ausencia de este elemento. Ello se debe a la manera singular que tiene el
carbono de combinarse con otros elementos. Por ejemplo, el dióxido de carbono
(CO2) a temperatura ambiente es un gas, lo cual resulta
extraordinariamente útil desde el punto de vista biológico. El silicio
es el elemento que está inmediatamente por debajo del carbono en la tabla
periódica, así que ambos elementos tienen propiedades químicas bastante
similares. Sin embargo, el dióxido de silicio (cuarzo) queda mucho mejor en la
vitrina de una colección de minerales, que en los pulmones de un organismo
vivo. Somos pues una forma de vida basada en el carbono, pero ¿cómo llegaron a
formarse el carbono, cuyo núcleo contiene seis protones, y los demás elementos
pesados de los que estamos compuestos?
Fred Hoyle |
Tal
como descubrió Fred Hoyle en la década de
los cincuenta, todos los elementos químicos se formaron originariamente a partir del hidrógeno,
la auténtica sustancia primordial, que contiene un solo protón en su núcleo
atómico. Después hemos sabido que el helio y el litio, cuyos núcleos
albergan dos y tres protones respectivamente, también fueron sintetizados
precozmente, aunque en mucha menor abundancia, cuando el universo tenía unos
doscientos segundos. Cuando dos núcleos de hidrógeno chocan violentamente y se
fusionan entre sí, se forma un átomo de helio. Es lo que ocurre continuamente
en el interior de las estrellas, y es la forma en que se produce la energía que
en el caso concreto del Sol, nos calienta. A su vez, dos átomos de helio al
chocar, forman berilio, cuyo núcleo contiene cuatro protones. Ocurre que el
berilio es un elemento extremadamente inestable, que casi inmediatamente vuelve
a escindirse en dos átomos de helio.
Pero
cuando las estrellas envejecen y comienzan a agotar sus existencias de
hidrógeno, su centro se contrae y se calienta hasta alcanzar unos cien millones
de grados Kelvin. En esas condiciones, los núcleos atómicos interactúan con
tanta frecuencia, que algunos núcleos de berilio que no han tenido tiempo de
escindirse, chocan con los de helio (4 + 2 protones), formando isótopos
estables de carbono (6 protones). Más tarde, cuando llegado el ciclo final
de su existencia, las estrellas explotan en el grandioso estallido de una supernova, el carbono y el resto de los
elementos más pesados imprescindibles para la vida, se esparcen
prodigiosamente, para condensarse después en algún planeta como el nuestro.
Este asombroso proceso de formación de carbono se conoce con el nombre de proceso
de la triple alfa. La partícula alfa
es el nombre que recibe el núcleo del isótopo de helio que interviene en la
fusión. Como el proceso para completarse requiere que se fusionen tres de
ellos, se llama proceso de la triple alfa.
Sin este milagro fisioquímico, el universo tal como lo conocemos y por
supuesto, la vida, serían completamente imposibles. El profe Bigotini y yo os
sugerimos que si queréis adorar a algún ídolo que realmente lo merezca, os
olvidéis de budas sedentes, becerros de oro y vírgenes dolorosas. Adorar al
átomo de carbono se ajustaría mucho más a la evidencia científica.
Soy
ateo, gracias a Dios. Luis Buñuel.
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