¿Habéis
visto a las sepias cambiar de color? Es una capacidad muy útil como
camuflaje, como medio de intimidación, como señuelo sexual, y hasta
es posible que como método de comunicación en el silencioso mundo
submarino. Muchos cefalópodos están dotados de células
especializadas en pigmentación llamadas cromatóforos.
Funcionan mediante un ingenioso sistema que regula el tamaño celular
y permite construir y replicar patrones cromáticos complejos que
mezclan colores y formas. Los cromatóforos se encuentran conectados
a terminaciones nerviosas, y sus dimensiones vienen reguladas por
contracciones musculares. Por otra parte los ojos de pulpos, sepias y
calamares son órganos extraordinarios capaces de percibir no sólo
los colores, sino la intensidad de la luz. Gracias a su vista
fantástica, los cefalópodos pueden literalmente crear formas y
dibujos coloreados sobre su cuerpo, que imitan con asombrosa
precisión el aspecto del lecho marino.
Pero
eso no es todo. Muchos calamares poseen la capacidad de producir luz
y controlar su intensidad. Esta capacidad biológica que alcanza
también a otros animales marinos y hasta a insectos terrestres como
las luciérnagas, se conoce con el nombre de bioluminiscencia.
En el caso concreto de los calamares, la generación de luz es de
origen químico. La luz se crea mezclando dos sustancias que dan
lugar a una tercera que despide luz. Aunque las sustancias son
distintas, las luciérnagas poseen un mecanismo idéntico, lo que
constituye un caso singular de
convergencia
evolutiva. Las
células que albergan estas sustancias se denominan fotocitos,
y los órganos que las contienen se llaman fotóforos.
Ellen
Prager,
oceanógrafa de la Universidad de Miami, escribe que los calamares
luminosos segregan una sustancia, la luciferina,
que reacciona con el oxígeno en presencia de una hormona llamada
luciferasa.
Cuando la reacción se completa, se forma una molécula nueva, que en
el mar brilla con tonos que van del azul al verde intenso. Algunos de
estos órganos o fotóforos son simples sacos glandulares. Otros en
cambio, son dispositivos muy complejos dotados de lentes para
enfocar, filtros de diferentes colores o cortinillas móviles que
actúan como interruptores de encendido y apagado. Las últimas
investigaciones revelan que tanto algunos calamares como diversos
peces, crean luz
bioluminiscente
mediante bacterias que habitan el interior de los órganos lumínicos
del animal. Son especies bacterianas únicas y exclusivas, que no se
encuentran en ningún otro lugar.
El
mundo natural no dejará nunca de maravillarnos. El profe Bigotini
estudia últimamente la manera de injertar en su enorme narizota
células bioluminiscentes, para alumbrar en su retiro playero, a los
barcos que se acercan peligrosamente al acantilado. Será un faro
viviente, y sus colaboradores ya estamos fascinados, pensando en
colgar adornos navideños de sus bigotes cuando llegue diciembre.
Paradojas
luminosas: La pesca con luz sólo puede hacerse de noche, porque de
día hay demasiada luz.
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