martes, 12 de mayo de 2015

ANAXIMANDRO. EL FILÓSOFO DE LO ILIMITADO

Anaximandro de Mileto, fue un autor y filósofo jonio que vivió entre 610 y 547 a.C. Fue discípulo y seguidor de su paisano Tales, otro milesio ilustre, y condiscípulo de Anaxímenes. La filosofía de Anaximandro le sitúa en el grupo de los filósofos presocráticos. Su principal aportación conceptual es lo que se llama en griego lo ápeiron, que podría traducirse como lo ilimitado o lo eterno, pues de forma abstracta, designa esta cualidad. Anaximandro identifica lo ápeiron con una fuerza inmaterial y divina que da origen a todas las cosas. Como científico se le atribuye el diseño de uno de los primeros mapas terrestres, la medición de solsticios y equinoccios, y la sorprendente afirmación de que la Tierra es cilíndrica y ocupa el centro del universo.


Como escritor, casi todo lo que ha llegado hasta nosotros de los escritos de Anaximandro, se reduce a los comentarios que hacen otros autores sobre su obra. Las principales fuentes son Laercio, Apolodoro, Hipólito, Temistio, Suda, Heródoto, Estrabón, Cicerón y Simplicio. Todas ellas coinciden en que Anaximandro fue autor de una sola obra Sobre la Naturaleza, de cuyo original se conserva milagrosamente un párrafo escueto y un tanto críptico, cuyo contenido reproducimos:

El principio de todas las cosas es lo indeterminado ápeiron. Ahora bien, allí mismo donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo.

Como curiosidad digamos que este brevísimo texto es el más antiguo que se conserva en materia filosófica, y el primer texto en prosa de la Historia, pues todos los considerados más antiguos que él, están compuestos en verso. Biblioteca Bigotini tiene el placer de ofrecer a sus lectores una breve compilación de Fragmentos y testimonios de Anaximandro en formato digital. Haced clic en la portada.

Actúa siempre con acierto. Esto tranquilizará a algunas personas y asombrará al resto. Mark Twain.



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