La
carrera de Ann Dvorak fue tan exitosa
como efímera. Dotada como ninguna otra actriz de su tiempo para interpretar
personajes con una elevada dosis de dramatismo, esta neoyorquina hermosa y
esbelta, protagonizó algunas de las películas más emblemáticas de la década de
los treinta. Su apellido, inequívocamente centroeuropeo como el de tantos otros
hijos de inmigrantes, delataba su origen familiar. Sin embargo, siempre hizo
gala de su condición de americana por encima de todo, revindicando la pasión
que sentía por su Nueva York natal.
Fue
inolvidable su participación en Scarface,
el terror del hampa, todo un clásico, acaso el primer gran clásico, del
cine negro. El público se acostumbró a relacionarla con este tipo de filmes que
escenificaban una realidad social y policial tan cruda como plena de actualidad
en su época. El valor del miedo o Contra el imperio del crimen son otros
tantos títulos que ejemplifican a la perfección este género. La Dvorak acompañó
en el reparto a las principales estrellas masculinas de su tiempo, como Paul
Muni, George Raft, James Cagney o un joven Spencer Tracy que ante las cámaras
apuntaba ya rasgos de actor excepcional, y tras las cámaras, junto a Ann, hacía
también sus pinitos como seductor.
Traemos
hoy (haced clic
en la ilustración) un montaje sonorizado que rinde tributo a esta
formidable y olvidada estrella.
Próxima entrega: George Raft
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