La
poesía intimista de Vicente Aleixandre hace de
él un oasis de serenidad en el clamoroso universo literario de aquella
histórica generación del 27. Nació en Sevilla un 26 de abril de 1898, fecha
clave de la definitiva desaparición de una España antañona e imposible. Se crió
en el seno de una familia burguesa. Estudió Derecho y Comercio, y descubrió su
vocación literaria durante unas vacaciones en la sierra de Ávila. En 1917
conoció en Las Navas del Marqués a Dámaso Alonso, y esta amistad hizo nacer en
el joven Vicente una profunda pasión por la poesía. En la década de los 20, la
tuberculosis lo postró en el lecho. Finalmente salió con vida (una suerte en
plena era preantibiótica), pero con un riñón de menos, y tal vez con ese plus
de sensibilidad que parece premiar a todos los tísicos que sobreviven.
Publicó
sus primeros poemas en la Revista de Occidente, y en aquel Madrid
bullente de protorepublicanismo conoció a Lorca, a Alberti, a Cernuda, a
Altolaguirre…, volviendo a contraer una infección para la que ya no encontró
cura, acaso a fuerza de no buscarla: es el veneno que ataca a los poetas más
exquisitos, convirtiéndolos en adoradores de la diosa sanguinaria que devora a
sus hijos. Pasó la guerra como un huracán. La guerra truncó su relación amorosa
con Andrés Acero. Después de eso, Vicente eligió ocultar su condición
homosexual para no disgustar a su hermana, y eligió también permanecer en
aquella España castrada y triste del general. Había obtenido el Premio Nacional
de Literatura en 1933, obtuvo el de la Crítica en 1963 y 1969, y el Nobel
en 1977. Biblioteca Bigotini ha rescatado de la red una brevísima y modesta
antología digitalizada. Haced clic en la imagen de la portada, y regalaos
unos minutos con cuatro poemas de Aleixandre. Dejaos empapar por su serenidad y
disfrutad de su lectura.
Asombrarse
es empezar a comprender. José Ortega y Gasset.
No hay comentarios:
Publicar un comentario