domingo, 13 de abril de 2014

GENÉTICA, INFORMÁTICA Y ECONOMÍA. LA LEY DE MOORE

Richard Dawkins afirma que la genética se ha transformado en una rama de la tecnología de la información. Si decimos que el código genético es digital, no estamos empleando una metáfora más o menos afortunada. Lo cierto es que el código genético es verdaderamente digital, en el mismo sentido que lo son los códigos informáticos. Aun más, a diferencia de los códigos informáticos, el código genético es universal. Los ordenadores utilizan una gran variedad de lenguajes mutuamente incompatibles. El código genético en cambio, con alguna excepción de menor importancia, es idéntico en todas las criaturas vivientes. Desde la humilde bacteria, a la monumental secuoya o el saltador canguro, todos los seres vivos del planeta tenemos la misma confección.

Según la Ley de Moore el poder de los ordenadores se duplica cada 18 meses. Parece un hecho comprobado, y se ha cumplido al pie de la letra durante los últimos cincuenta años. Puesto que el código genético es digital, ¿podemos aplicar la Ley de Moore a la genética? Y yendo un poco más lejos, ¿podemos transformar kilobytes en “kilobases” de ADN, y aplicar un coste económico a su secuenciación? La respuesta a ambas preguntas es afirmativa: podemos.
Siguiendo la estimación de Jonathan Hodgkin que recoge el mismo Dawkins, en 1965 costó alrededor de 1000 libras esterlinas por letra secuenciar el ARN ribosómico de una bacteria. En 1975, secuenciar el ADN del virus X174 costó alrededor de 10 libras por letra. En 1995 costó 1 libra por letra secuenciar el ADN del nematodo Caenorhabditis elegans. En 2000, cuando el Proyecto Genoma Humano estaba tocando a su fin, los costes de secuenciación eran de 0,1 libra por letra. Los costes están descendiendo según una escala logarítmica.


La progresión sugiere que en 2050 seremos capaces de secuenciar el genoma completo de una persona concreta por unos 150 euros (o su equivalente en 2050). Esto quiere decir que cada individuo podrá costear su propio proyecto genoma personal. Será posible construir árboles de parentesco, relacionando a cada persona del mundo con todos y cada uno de los demás habitantes de la Tierra. Hoy diagnosticamos la tuberculosis con una radiografía de tórax. En 2050, por el mismo precio de una radiografía, se podrá conocer el texto completo de todos y cada uno de los genes de un individuo. El médico extenderá una receta que no será la recomendada aproximadamente para una persona promedio con esa enfermedad, sino la que se ajuste con máxima exactitud a su genoma…

Naturalmente, quienes tenemos cierta experiencia del mundo en que vivimos, sabemos que no siempre se cumplen las expectativas más optimistas. Existen límites tecnológicos y económicos a la progresión, de manera que ni los rascacielos pueden seguir creciendo indefinidamente, ni todo el mundo puede permitirse comprar un automóvil. A pesar de todo, en materia genética nos encontramos todavía en la cresta de la ola de la Ley de Moore. Hagamos votos por que la progresión dure lo suficiente para permitir a quienes alcancéis 2050, una vida mejor.

640 Kb de memoria tienen que ser suficientes para cualquiera. Bill Gates (gran visionario) en 1981.



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