Las
proteínas son los ladrillos de los que estamos construidos los seres vivos. Cada
una de nuestras células produce continuamente proteínas porque resultan
imprescindibles para sobrevivir y para reproducirse. Todas las reacciones
químicas que se producen en nuestro organismo están mediadas por enzimas que
las hacen posibles. Y las enzimas también son proteínas, naturalmente. Las
proteínas constan de una o varias cadenas polipeptídicas, constituidas por
aminoácidos. Estos aminoácidos deben unirse y agruparse en secuencias
específicas. Si algún aminoácido no está correctamente ubicado, se obtiene una
proteína defectuosa que, o bien no funciona, o funciona mal. Insistiendo en la
ya tópica comparación con el lenguaje escrito, si cambiamos una letra de alguna
palabra, obtenemos una palabra distinta o inexistente. Lo mismo ocurre al
sintetizar proteínas. Así pues, la síntesis proteica debe ser un trabajo de
precisión.
En
el interior de cada célula, en su citoplasma, existen verdaderas fábricas de
proteínas. Se trata de los ribosomas.
En una célula procariota (por ejemplo, una bacteria), existen alrededor de
veinte mil ribosomas encargados de fabricar proteínas. En una célula eucariota
(por ejemplo, cualquiera de las nuestras), son aún más abundantes: entre
doscientos mil y un millón de ribosomas por célula, lo que en cualquier
organismo pluricelular, eleva la cantidad de ribosomas a cifras verdaderamente
asombrosas.
Las
instrucciones para fabricar proteínas están contenidas en el ADN del núcleo
celular, y llegan a los ribosomas a través del ARN mensajero (ARNm). Los
ribosomas son estructuras proteicas complejas formadas por dos subunidades, la
mayor y la menor. Como para sintetizar proteínas es preciso traducir el mensaje
contenido en el ARNm, que consta de sólo cuatro letras, sus cuatro nucleótidos, en los veinte aminoácidos de que
constan las proteínas, es necesario otro tipo de ARN, el ARN transferente
(ARNt), del que existen diferentes variantes.
Existe aún un tercer tipo de ARN, el ARN ribosómico (ARNr), que viene a ser el diccionario que posee cada ribosoma para llevar a cabo sus traducciones. De manera que todos estos procesos de traducción, constituyen la que es probablemente una de las funciones biológicas más complejas que existen, sobre todo, teniendo en cuenta que requieren de una precisión absoluta, ya que cualquier mínimo error desemboca en defectos celulares o enfermedades capaces de conducir a la muerte al organismo. Los biólogos y genetistas que a lo largo de las últimas décadas han ido, y todavía continúan, desentrañando estos sutiles mecanismos, no salen de su asombro con cada nuevo descubrimiento. Nuestro profe Bigotini tampoco sale… Bueno, a menos que le propongamos buenos restaurantes, bares de tapas, cervecerías, terrazas… Vaya, que pensándolo bien, la verdad es que sí sale.
-Voy al supermercado, ¿necesitas algo?
-Necesito dar sentido a mi vida.
-¿Podrías ser algo más específico?
-Vale, trae cervezas.
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