La
gran bióloga evolucionista Lynn Margulis,
fallecida en 2011, patrocinó la teoría de la endosimbiosis,
según la cual determinados organismos son capaces de prosperar en perfecta
simbiosis, evolucionando de forma conjunta. El primer ejemplo y el más conocido
de este fenómeno es el de las mitocondrias
que forman parte indispensable de todas y cada una de nuestras células, y que
fueron en origen bacterias fagocitadas por un organismo unicelular del que
descendemos el resto de habitantes del planeta. La bacteria encuentra cobijo en
el interior de su hospedador, y a cambio produce la energía necesaria para ambos.
Investigaciones
posteriores han venido a confirmar la hipótesis, existiendo en la actualidad
numerosos ejemplos que la avalan. Uno de los más recientes e ilustrativos tiene
como protagonista a Sitophilus oryzae, más conocido como gorgojo de Heddi, una auténtica pesadilla para el agricultor
neolítico a medida que los cultivos de cereales fueron extendiéndose, y que
sigue con nosotros hoy en día. Su ciclo vital transcurre en el interior de un
grano de arroz, trigo u otro cereal. El gorgojo ha evolucionado con nosotros,
descartando los genes que ya no necesita, a medida que le vamos proporcionando
productos genéticos que ya no tiene que producir por sí mismo. Un órgano
larval, situado en el ovario de la hembra y denominado bacterioma, está repleto
de los bacteriocitos de una enterobacteria que presenta una similitud genética
del 95% con nuestra bacteria más común del colon, la Escherichia coli.
Lo
mismo que nuestras familiares mitocondrias, esta bacteria la hereda el gorgojo
por parte de madre. La bacteria proporciona tanto a machos como a hembras de la
especie, la capacidad de sintetizar vitamina B. Sustancias como riboflavina,
biotina o ácido pantoténico, cruciales todas para la supervivencia, son
aportadas al insecto por su singular compañera bacteriana. Cuando por medio de
antibióticos, es eliminada de los tejidos del gorgojo, su tasa de crecimiento
se ve reducida hasta conducirle a la muerte. Se trata de una forma extendida de
eliminación de la plaga.
A
finales de los 90, Heddi y sus colaboradores encontraron otra clase de
bacterias asociadas a una de las otras especies emparentadas con el gorgojo. Se
trata de una bacteria similar a las del linaje Wolbachia, que se encuentra en una zona muy concreta del insecto:
sus tejidos germinales. La aplicación de antibióticos en este caso no afecta lo
más mínimo al crecimiento y desarrollo del gorgojo, sino que incide
directamente sobre su fertilidad, convirtiendo a la especie en estéril. El
cruce de machos y hembras cuando sólo uno de ambos posee la bacteria, es
inefectivo. Para que se produzca descendencia es necesario que hembra y macho
la posean. Por lo tanto, el efecto de la simbiosis consiste en este caso en
promover el aislamiento reproductivo,
uno de los elementos clave de la especiación.
Se trata pues de un rasgo clave y definitorio de la especie. Salvando las
distancias, vendría a ser como si varones y mujeres de nuestra especie sólo
pudieran tener descendencia cuando ambos tuvieran el cabello rubio. El
resultado sería el aislamiento genético y la consiguiente aparición de una
nueva especie de personas rubias.
La
decisiva influencia de la endosimbiosis en la especiación respalda el trabajo
de Lynn Margulis, y sin contradecir el gradualismo
de la teoría darwiniana clásica, explora otros caminos de la evolución tan
variados como apasionantes.
La honradez de los políticos es como la nata de la leche… de la leche desnatada.
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