domingo, 3 de julio de 2022

COLON IRRITABLE. URGENCIAS COTIDIANAS

 


El colon irritable, que también se conoce como síndrome del intestino irritable, colitis funcional o neurosis intestinal, es una afección crónica del intestino, que en principio no reviste mayor gravedad ni se acompaña de complicaciones, y que afecta en el mundo occidental a un porcentaje variable de personas (entre el 10 y el 20% según distintas fuentes). No parece existir predominio de sexos. Su origen es desconocido, y se manifiesta como un conjunto de molestias y trastornos digestivos funcionales, caracterizados por dolor abdominal de localización variable (generalmente bajo) y alteraciones del ritmo y la consistencia de las deposiciones, pudiendo dominar el estreñimiento, la diarrea o alternarse ambas.

Es característica de la afección la aparición súbita de dolor abdominal intenso que a menudo obliga al paciente a apresurarse al baño. El dolor remite con facilidad defecando o liberando gases. La aparente relación del síndrome con situaciones de estrés o ansiedad, junto con la incertidumbre sobre su etiología, fortalece la hipótesis de su origen neurológico. El trastorno también se ha relacionado con cuadros como la fibromialgia, así como con diversos desórdenes mentales, sin que haya podido probarse con certeza dicha relación.

Así pues, el diagnóstico de colon irritable es esencialmente clínico. Suele aplicarse a los pacientes una batería de pruebas y exploraciones, que van desde los análisis de laboratorio a los estudios radiológicos con enema opaco, tomografías, colonoscopia o rectosigmoidoscopia. Cuando todas ellas son negativas, se establece el diagnóstico, por lo que en buena medida, la etiqueta de síndrome del intestino irritable es más bien un recurso por eliminación de otras patologías.

Si has sido diagnosticado de colon irritable debes aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra (pan y cereales integrales, frutas con piel, verduras…). Bajo prescripción médica pueden utilizarse preparados farmacológicos a base de fibra o que incrementen el volumen de las heces. Nunca consumas laxantes, y mucho menos sin asesoramiento médico. El uso continuado de laxantes favorece la cronificación del estreñimiento. Lo más aconsejable es modificar los hábitos alimenticios. He aquí algunos consejos prácticos:


  • Sigue una dieta pobre en grasas y rica en proteínas (carnes y pescados).
  • Come despacio y mastica bien cada bocado.
  • Evita las comidas copiosas. Es preferible hacer comidas más frecuentes y menos abundantes.
  • Evita aquellos alimentos que según tu propia experiencia suelen desencadenar o empeorar los síntomas. Muchos pacientes refieren como perjudiciales alcohol, especias, chocolate, cacao, leche y sus derivados, pasteles, helados, mantequilla, tónica, bollería, sopas de sobre y alimentos industriales en general.
  • Si predomina la diarrea pueden sustituirse los lácteos por leche vegetal (leche de almendras).
  • Evita las bebidas gasificadas y los alimentos flatulentos: col, coliflor, habas, alubias, garbanzos, lentejas, cebollas, puerros, guisantes, frutos secos…
  • Aumenta la ingesta diaria de agua: mínimo 1,5-2 l. diarios, sobre todo si predomina el estreñimiento.
  • Procura mantener horarios fijos de comidas. Intenta ir al baño siempre a la misma hora y sin prisas, preferiblemente después del desayuno.
  • Haz ejercicio: caminar, nadar…
  • Bajo ningún concepto consumas laxantes.
  • Evita en lo posible las situaciones que te alteren o te causen estrés.

Te proponemos como ejemplo, una dieta orientativa:

 

Desayunos y meriendas:

Leche de almendras, infusiones (té o café), azúcar, pan integral, cereales integrales, frutas (uvas, manzanas, peras, plátanos…) zumos naturales…

 

Comidas principales:

Caldos y sopas de vegetales o carnes desgrasados.

Pastas, patatas cocidas o al horno. Arroz.

Carnes sin grasa (ternera, pollo, pavo, conejo, cerdo, cordero…) cocidas, al horno o a la plancha. Nunca fritas.

Huevos.

Todas las verduras excepto las flatulentas indicadas arriba.

Ensaladas de lechugas, escarola, tomate…

Frutas, manzanas al horno, jaleas…

Pan integral.

 

Complementos:

Aceite (oliva, girasol, maíz…) moderadamente.

Bebidas: agua, infusiones y zumos naturales.

Sal, salvo que padezcas hipertensión o se desaconseje por otra causa.

Azúcar, salvo que padezcas diabetes o se desaconseje por otra causa.


Por último, debes consultar a tu médico si además de los trastornos habituales, se presenta alguno de los siguientes síntomas:

 

  • Pérdida de peso inesperada.
  • Historia familiar de cáncer colorrectal o colitis ulcerosa.
  • Historia personal de poliposis cólica.
  • Inicio tardío de los síntomas (después de los 50 años).
  • Fiebre no achacable a otros procesos.
  • Predominio nocturno de los síntomas.
  • Sangrado rectal.

Ya se que me repito, pero sobre todo evita el estrés. Cuídate y no permitas que nada ni nadie altere tu ritmo intestinal. Respira hondo, procura ser feliz y conserva la calma. Si a pesar de todo sobreviene el “apretón”, busca el baño más próximo, relájate y deja que la naturaleza siga su curso (lo hará de todas formas).

El psiquiatra es un tipo que te cobra por hacerte un montón de preguntas que tu mujer podría hacerte gratis.

 

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