William Faulkner vino al mundo en 1897 y
en la localidad de New Albany, Mississippi, un típico pueblo sureño. Fue el
mayor de cuatro hermanos. Su padre, Murry Falkner, era empleado de una compañía
de ferrocarriles. Su madre, Maud, su abuela materna, Lelia, y su niñera negra,
Caroline (Callie), fueron influencias decisivas en la formación del joven
William. Su madre, que le enseñó a leer, y su abuela, le iniciaron en la pasión
por la literatura a través de la lectura de los clásicos en lengua inglesa.
Callie, por su parte, fue su maestra en las
cosas importantes de la vida, según confesaría el autor en alguna ocasión.
Otra gran influencia fue la de su bisabuelo, William Clark Falkner que, aunque
fallecido años atrás durante la Guerra Civil, era un referente familiar, el viejo coronel, cuyas hazañas y
aventuras se contaban, se engrandecían y se exageraban hasta la comicidad y el
absurdo, por los miembros adultos de la familia en las interminables veladas
junto a la chimenea. De esa manera, la Guerra, la esclavitud, el Ku Klux Klan,
el particular humor sureño y el resto de los temas que constituyen el alma del
Sur, sus grandezas y sus miserias, quedaron grabados a fuego en la imaginación
de William.
Fuera de su familia, otra de sus grandes influencias fue Philip Stone, un joven universitario cuatro años mayor que él, que leyó sus primeros poemas, le animó a iniciarse en la escritura, y hasta ejerció sin éxito de agente literario, intentando la publicación de algunos de los primeros trabajos del joven Faulkner. Intentó William alistarse en el ejército durante la Gran Guerra, pero fue rechazado por su baja estatura, así que se alistó en una unidad reservista del ejército británico en Canadá, aunque nunca llegaría a entrar en combate.
En
1918 cambió su apellido original (Falkner) por el de Faulkner, al parecer
debido a un error tipográfico en la portada de su primer libro. Le propusieron
subsanar el error, pero él prefirió que quedara como estaba, y desde entonces
adoptó el nuevo apellido.
Sus
primeros trabajos fueron poéticos y algunos vieron la luz en publicaciones del
campus universitario de Mississippi en 1919. Escribió su primera novela, La paga de los soldados, en 1925, aunque
no consiguió publicar ninguna hasta 1929, Banderas en el polvo, que apareció
con el título de Sartoris. En ella
Faulkner ambientó la acción en su ficticio condado de Yoknapatawpha, un espacio
imaginario que albergaba todos los fantasmas, luces y sombras de la América
profunda y el viejo Sur que el autor amó y aborreció a partes iguales. Se casó
en 1929 con Estelle Oldham, que tenía dos hijos de su anterior matrimonio. A
duras penas consiguió editar un par de novelas, mientras ejercía un trabajo
nocturno en la universidad. En 1932 el director cinematográfico Howard Hawks le
ofreció un empleo de guionista en Hollywood. Faulkner confesó que hasta
entonces no había visto una película en su vida. Sin embargo, se adaptó
perfectamente a su nuevo cometido, participando en varios guiones de éxito, y
entabló una gran amistad con Howard Hawks y con su hermano William, que se
convirtió en su agente. Faulkner permaneció en Hollywood durante dos décadas,
hasta 1950. Algunas de sus novelas fueron adaptadas al cine, entre las que
destaca la que se tituló en España Ángeles
sin brillo, dirigida por Douglas Sirk.
Aparte
de su novela Santuario, las obras de
William Faulkner apenas se vendieron durante años, hasta el punto de que llegó
a alcanzar fama de escritor maldito, etiqueta incómoda que muchos escritores
contraen como un estigma. Eso cambió en 1946, cuando el prestigioso crítico
literario Malcolm Cowley, que publicaba artículos en las principales revistas,
se fijó en él y en su obra, y hasta promovió la edición de un volumen que
recopilaba la mayor parte de sus novelas. A partir de entonces su talento fue
reconocido tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. La obra de
Faulkner se ha traducido a multitud de idiomas. Aparte de un sinfín de premios
literarios, fue galardonado con el Nobel de Literatura en 1949 y con el
Pulitzer en 1955 y 1963. Está considerado de forma universal como uno de los
grandes escritores del siglo XX, a la altura de Proust, Kafka, Borges o Joyce.
Su narrativa ha ejercido magisterio y gran influencia también en las letras
hispánicas. Autores como García Márquez, Rulfo, Onetti, Vargas Llosa o Benet
han reconocido abiertamente dicha influencia y su profunda admiración por el de
Mississippi. Y aunque pudiera parecer anecdótico, proclamaron también su pasión
por Faulkner los habitantes del pueblo en que se desarrolla Amanece, que no es poco de José Luis
Cuerda. Para quien escribe estas líneas esto por sí solo sería ya motivo más
que suficiente para rendir un admirado homenaje al escritor americano.
William Faulkner falleció en 1962 a causa de los problemas con el alcohol que arrastró durante gran parte de su vida. De nuestra biblioteca Bigotini entresacamos la versión digital de su relato breve El sacerdote. Haced clic en el enlace y deleitaos con la magnífica prosa de este autor inmortal.
https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=El+sacerdote.pdf
Los sueños deben ser lo bastante grandes como para no perderlos de vista mientras se persiguen. William Faulkner.
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