domingo, 2 de mayo de 2021

GUTIERRE DE CETINA. OJOS CLAROS, SERENOS

 


Gutierre de Cetina nació en Sevilla en 1520, el año de la conquista de México. Aunque entonces aun no lo sabía, estaba destinado a vivir y morir en aquellas tierras. Era hijo de Beltrán de Cetina, un hidalgo de Alcalá, y de Francisca Zanabria, una sevillana de origen morisco. Gutierre fue el mayor de cuatro hermanos. Lo siguiente de su biografía le sitúa en la milicia sirviendo al emperador Carlos. Participó en la guerra contra el Turco defendiendo Valencia, y también en la célebre batalla de Argel. Sirvió después en Italia durante una larga temporada, y allí tuvo oportunidad de codearse con poetas como Ludovico Ariosto (Orlando furioso), Luigi Transillo o Pietro Bembo. Junto a aquellas influencias, y aun por encima de ellas, se apoyó en Ausiàs March, Petrarca y Garcilaso, tres sólidos pilares de la nueva métrica que, exportada a España desde Italia, inspiró la gran poesía en castellano renacentista y barroca.

Cetina fue cortesano del príncipe de Áscoli. Frecuentó la compañía de la princesa, una de las mujeres más influyentes y atractivas de su tiempo. Fue íntimo de Diego Hurtado de Mendoza, poeta insigne de la escuela sevillana. En sus primeros poemas pastoriles adoptó el seudónimo de Vandalio, y se sabe que con algunos señores y damas de alta cuna, marchó al campo algunas temporadas, donde aquellos medio hippies o medio frikis de aquel tiempo se emboscaban disfrazados de pastores y de zagalas, para vivir la apartada y poética vida que atribuían a los clásicos grecolatinos. Locuras de juventud que en el caso de Gutierre de Cetina, dieron lugar a que compusiera un notable Cancionero petrarquista que dedicó a una tal Laura Gonzaga. El de Laura era seguramente un nombre fingido, y el apellido Gonzaga acaso encubría el de una noble casa italiana. Hay quien ha querido suponer que tras esa falsa identidad podría ocultarse la misma princesa a quien servía nuestro poeta. Precisamente en esa obra aparece el famoso madrigal que comienza:

Ojos claros, serenos,

si de un dulce mirar sois alabados,

¿por qué si me miráis, miráis airados?


Pero la especialidad de Cetina fueron los sonetos, como la de tantos otros poetas de su época. Varias colecciones han llegado hasta nosotros. En algunos el autor se limita a glosar los cuartetos de Petrarca o de Ausiàs March, añadiendo los tercetos de su cosecha.

En 1546 viajó a Nueva España, y en la ciudad de Puebla murió en 1557 antes de cumplir 38 años. Le perdió su empedernido donjuanismo, pues al parecer cayó en un duelo mientras rondaba la reja de una joven y noble dama, Leonor de Osma. Su matador era el hijo del conquistador Hernández de Nava y de doña Catalina Vélez Rascón de Guevara, más conocida como la Rascona. Todo se dirimió según el código de honor imperante en la colonia, y no se hicieron más averiguaciones. En un país en que cada semana partían galeras repletas de oro, importaba muy poco la muerte de un poetilla sevillano demasiado aficionado a las faldas.

En Bigotini os ofrecemos un breve poema de este gran poeta renacentista. Clic sobre el enlace.

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=A+una+dama+que+le+pidi%C3%B3+alguna+cosa+suya+para+cantar.pdf 

Las altas esperanzas vanse al vuelo con el humo del mundo. Gutierre de Cetina.


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