Aproximadamente uno
de cada diez adultos sufre en algún momento una cervicalgia. Se
trata de un dolor que habitualmente se refiere a la cara posterior o a las
laterales del cuello. En el ámbito laboral es molestia extraordinariamente
común. Se presenta en alrededor del 15% por ciento de la población activa. Este
porcentaje se eleva hasta casi el 40% en profesiones y puestos de trabajo
sedentarios, especialmente en personal de oficinas y despachos, si bien muy
rara vez es causa de baja laboral o incapacidad de algún tipo.
La columna cervical
consta de siete vértebras que forman un suave arco de convexidad anterior y que
contribuye a mantener el equilibrio de
Además del estudio de los síntomas y
signos (exploración física en busca de contracturas musculares y valoración de
la movilidad de las extremidades superiores), una radiografía simple
antero-posterior y lateral del cuello es suficiente para indicar la causa y
gravedad de la afección. En los procesos agudos por el clásico
latigazo cervical, frecuentemente se produce la rectificación de la curvatura
que la columna cervical presenta de manera natural.
En los casos en que el diagnóstico no es claro o los síntomas no ceden a las medidas habituales, resulta útil realizar estudios radiológicos como la tomografía axial computarizada (TAC) o la resonancia nuclear magnética (RNM). Y si se sospecha que las raíces nerviosas están afectadas, hay estudios electrofisiológicos para comprobar el estado de los nervios de las extremidades superiores.
Conviene aclarar
que se pueden encontrar lesiones en pacientes que no han manifestado síntomas
de ningún tipo. Esto es muy habitual cuando por otras causas se realiza una
radiografía del cuello a pacientes asintomáticos. También es importante señalar
que puede no haber correlación entre los síntomas clínicos y las
manifestaciones radiológicas. Personas con dolor y limitación de la movilidad
cervical pueden tener una estructura ósea impecable. En estos casos de
normalidad radiológica hay que pensar que el origen del dolor radica en problemas
musculares (sobreesfuerzos, deficiente higiene postural, acumulación de
tensiones en el trabajo, estrés...).
El tratamiento de la cervicalgia
depende del problema que la
origina. Las contracturas
musculares agudas se
resuelven en pocos días con reposo, aplicación local de calor y administración
de relajantes musculares. Más complejo es el tratamiento de la cervicalgia
crónica. La fisioterapia resulta definitiva en este caso para
mejorar la potencia muscular, recuperar la movilidad y aumentar
Las tracciones y elongaciones
cervicales son un tema controvertido, cuentan con tantos defensores como
detractores. No se aconsejan cuando hay lesiones neurológicas y están
contraindicadas en casos de hernia discal. En cualquier caso, lo aconsejable es ponerse
siempre en manos del equipo de rehabilitación. El uso de collarín
cervical blando puede
estar indicado en los periodos de mayor dolor, especialmente para aliviar las
molestias severas nocturnas. Reduce la movilidad del cuello a un 75%. En cuanto
al collarín rígido, se
recomienda sólo para lesiones agudas como hernias discales, traumatismos o
esguinces cervicales, producidos a menudo en accidentes de tráfico por alcance
posterior. El collarín rígido reduce la movilidad a un 15% y su uso prolongado
debilita la musculatura, por lo que siempre ha de utilizarse bajo prescripción
médica y sólo durante el tiempo estrictamente necesario.
Los analgésicos, los antiinflamatorios no esteroideos y en ocasiones los relajantes
musculares pueden
ser de gran ayuda en la cervicalgia, siempre que su uso no se prolongue más
allá de lo aconsejable. Especialmente eficaz en el tratamiento del dolor
cervical se muestra la punción
de los llamados puntos gatillo. Debe ser
realizada en todo caso por profesionales experimentados y competentes.
Respecto a la intervención
neuroquirúrgica, conviene ser cautelosos. Es necesaria en una
pequeña proporción de casos. Tan sólo se recomienda cuando el dolor resulta
intratable, las raíces nerviosas están seriamente afectadas, o hay compresión
de la médula espinal por estrechamiento del canal raquídeo. La mayoría de las
hernias discales se alivian espontáneamente o con medidas conservadoras, es
cuestión de tiempo. Sólo en casos graves de hernia con gran desplazamiento y
serio compromiso radicular, está indicada la intervención quirúrgica.
Cinco de cada diez americanos, son la mitad.
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