jueves, 22 de octubre de 2020

CERVICALGIA. LO QUE SUEÑAN LAS JIRAFAS CUANDO TIENEN PESADILLAS

 


Aproximadamente uno de cada diez adultos sufre en algún momento una cervicalgia. Se trata de un dolor que habitualmente se refiere a la cara posterior o a las laterales del cuello. En el ámbito laboral es molestia extraordinariamente común. Se presenta en alrededor del 15% por ciento de la población activa. Este porcentaje se eleva hasta casi el 40% en profesiones y puestos de trabajo sedentarios, especialmente en personal de oficinas y despachos, si bien muy rara vez es causa de baja laboral o incapacidad de algún tipo.

La columna cervical consta de siete vértebras que forman un suave arco de convexidad anterior y que contribuye a mantener el equilibrio de la cabeza. Algo que no resulta fácil, dado el tamaño y el peso del cráneo en nuestra especie. (Quien escribe estas líneas confiesa no encontrar sombreros de su talla). Si tenéis curiosidad por hacer la prueba, os diré que el equilibrio es correcto cuando, mirando al frente, sujetamos una tarjeta o cartulina rígida entre los dientes y conseguimos mantenerla en posición totalmente horizontal. (Procurad hacerlo cuando no mire nadie). Esta posición de equilibrio es muy importante, ya que fuera de ella la musculatura está trabajando de forma forzada, lo que explica el aumento de la incidencia de cervicalgias como consecuencia de posturas incorrectas, forzadas o largo tiempo mantenidas. También con la edad (¡maldición!) se altera ese equilibrio, como consecuencia de los cambios degenerativos en la columna cervical. Es el motivo más frecuente de dolor en las personas mayores, pero hay muchas otras causas que pueden originar dolencias del cuello.

Además del estudio de los síntomas y signos (exploración física en busca de contracturas musculares y valoración de la movilidad de las extremidades superiores), una radiografía simple antero-posterior y lateral del cuello es suficiente para indicar la causa y gravedad de la afección. En los procesos agudos por el clásico latigazo cervical, frecuentemente se produce la rectificación de la curvatura que la columna cervical presenta de manera natural.

 En los casos en que el diagnóstico no es claro o los síntomas no ceden a las medidas habituales, resulta útil realizar estudios radiológicos como la tomografía axial computarizada (TAC) o la resonancia nuclear magnética (RNM). Y si se sospecha que las raíces nerviosas están afectadas, hay estudios electrofisiológicos para comprobar el estado de los nervios de las extremidades superiores.



Conviene aclarar que se pueden encontrar lesiones en pacientes que no han manifestado síntomas de ningún tipo. Esto es muy habitual cuando por otras causas se realiza una radiografía del cuello a pacientes asintomáticos. También es importante señalar que puede no haber correlación entre los síntomas clínicos y las manifestaciones radiológicas. Personas con dolor y limitación de la movilidad cervical pueden tener una estructura ósea impecable. En estos casos de normalidad radiológica hay que pensar que el origen del dolor radica en problemas musculares (sobreesfuerzos, deficiente higiene postural, acumulación de tensiones en el trabajo, estrés...).

El tratamiento de la cervicalgia depende del problema que la origina. Las contracturas musculares agudas se resuelven en pocos días con reposo, aplicación local de calor y administración de relajantes musculares. Más complejo es el tratamiento de la cervicalgia crónica. La fisioterapia resulta definitiva en este caso para mejorar la potencia muscular, recuperar la movilidad y aumentar la flexibilidad. La higiene postural (conocer las posturas correctas y ejercicios que se pueden realizar en casa o inicialmente en un centro de rehabilitación), dormir con una almohada que se adapte a la anatomía del cuello, las técnicas de relajación y el masaje relajante y decontracturante constituyen medidas básicas. La natación es un buen aliado, pero debe evitarse la técnica de braza: aumenta la tensión de la musculatura del cuello en vez de relajarla; son preferibles el estilo crol o la espalda.


Las tracciones y elongaciones cervicales son un tema controvertido, cuentan con tantos defensores como detractores. No se aconsejan cuando hay lesiones neurológicas y están contraindicadas en casos de hernia discal. En cualquier caso, lo aconsejable es ponerse siempre en manos del equipo de rehabilitación. El uso de collarín cervical blando puede estar indicado en los periodos de mayor dolor, especialmente para aliviar las molestias severas nocturnas. Reduce la movilidad del cuello a un 75%. En cuanto al collarín rígido, se recomienda sólo para lesiones agudas como hernias discales, traumatismos o esguinces cervicales, producidos a menudo en accidentes de tráfico por alcance posterior. El collarín rígido reduce la movilidad a un 15% y su uso prolongado debilita la musculatura, por lo que siempre ha de utilizarse bajo prescripción médica y sólo durante el tiempo estrictamente necesario.


Los analgésicos, los antiinflamatorios no esteroideos y en ocasiones los relajantes musculares pueden ser de gran ayuda en la cervicalgia, siempre que su uso no se prolongue más allá de lo aconsejable. Especialmente eficaz en el tratamiento del dolor cervical se muestra la punción de los llamados puntos gatillo. Debe ser realizada en todo caso por profesionales experimentados y competentes.

 

Respecto a la intervención neuroquirúrgica, conviene ser cautelosos. Es necesaria en una pequeña proporción de casos. Tan sólo se recomienda cuando el dolor resulta intratable, las raíces nerviosas están seriamente afectadas, o hay compresión de la médula espinal por estrechamiento del canal raquídeo. La mayoría de las hernias discales se alivian espontáneamente o con medidas conservadoras, es cuestión de tiempo. Sólo en casos graves de hernia con gran desplazamiento y serio compromiso radicular, está indicada la intervención quirúrgica.

Cinco de cada diez americanos, son la mitad.

 

 

 


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