miércoles, 1 de abril de 2020

UN POCO DE BONDAGE: EL ÓRGANO NOTAL



A quienes seguís nuestra serie sobre sexo comparado, no extrañará conocer que no sólo los seres humanos ejercen ciertas prácticas sado masoquistas a base de esposas y ligaduras. También entre otros miembros del reino animal se producen escenas semejantes. Si hemos de creer a la bióloga Olivia Judson, a quien seguimos en este comentario, los grillos de la artemisa macho, cuando curvan el abdomen para encajar sus genitales en los de la hembra, que se sitúa encima, flexionan el dorso y hacen que se cierren una especie de dientes de cepo que poseen, atrapando y sujetando firmemente a la hembra por el abdomen. Una vez atenazada, la pobre hembra se ve obligada a copular sin descanso. Lo que se dice una violación en toda regla.


Claro que la hembra de grillo de la artemisa tampoco es totalmente inocente. Tiene la fea costumbre de beber la sangre del macho. En efecto, los machos poseen un par de alas blandas y carnosas que no sirven para volar, y pegadas al cuerpo, apenas son visibles. Pues bien, esas alas están surcadas de diminutas venas a modo de una intrincada red repleta de la linfa que en los insectos equivale a nuestra sangre. Las alas sirven sencillamente para que la hembra las mordisquee durante la cópula. Han evolucionado con ese preciso propósito. La hembra lame la sangre que rezuma de las heridas, la sangre se coagula después y las alas quedan convertidas en un par de estructuras mutiladas.
Naturalmente, las hembras prefieren a los machos vírgenes con las alas intactas. Pero por su parte, los machos aspiran a poder aparearse más de una vez. Por eso, cuando una hembra monta encima para comprobar el estado de las alas, el macho pone en funcionamiento su cepo, que se cierra atrapándola. Si el macho es virgen, la hembra se aparearía con él gustosamente, pero si el macho ya tiene las alas mordisqueadas y poco apetitosas, es el cepo lo que la obliga a quedarse y copular.


Otros insectos, las moscas escorpión, tienen también una especie de abrazadera que utilizan para sujetar a las hembras. Los especialistas llaman a estos y otros parecidos artilugios órgano notal. En el caso concreto de la mosca escorpión, el macho sólo lo emplea cuando la hembra pretende escapar. Y en esta especie, lo que determina la negativa de la hembra es la ausencia de un suculento presente por parte del macho.
La mosca escorpión es una especie necrófaga que se alimenta de cadáveres de otros insectos. Los machos digamos… honrados, cuando quieren copular hacen una peligrosa excursión por ejemplo, a la tela de una araña, le roban a su dueña algún bocado de los que guardaba en su despensa, y se presentan ante la hembra con el regalito. Ahora bien, también hay machos tramposos que se van de galanteo sin aportar merienda. Es en estos casos cuando los muy canallas emplean el cepo y someten a las hembras a un coito no deseado.

En cualquier caso la violación, el uso de la fuerza, es siempre el recurso de los perdedores. El problema, hablando siempre desde el punto de vista evolutivo, es que la selección natural actúa en contra de los perdedores con buena conducta o conformistas, ya que estos no transmitirán sus genes a la siguiente generación, mientras que los machos más agresivos conseguirán más cópulas con su reprobable comportamiento, y harán que se perpetúen las conductas violentas en la especie de que se trate.
No obstante, también conviene recalcar que existen contraestrategias evolutivas dirigidas a reducir en alguna medida el éxito reproductivo de los violentos. Ya lo vimos en una reciente entrega sobre los patos azulones. También en muchas especies gregarias donde las violaciones y los coitos no consentidos son frecuentes, minuciosos estudios genéticos parecen demostrar que en esos casos la fecundación queda limitada a probabilidades en torno al 5% o menores. Tal es el caso de langostas, peces, tortugas, aves, murciélagos o incluso primates.
Las causas de esta especie de anticoncepción defensiva son diversas, desde tapones mucosos que impiden la progresión de los espermatozoides por los conductos femeninos, hasta secreciones de sustancias espermicidas, barreras anatómicas y un largo etcétera.

-Manolo, en el salpicadero se ha encendido un chivato que dice que el coche se está calentando, ¿qué hago?
-Haz como siempre, dile que te duele la cabeza.



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