Este
parisino nacido en 1752 llegó a ser uno de los matemáticos más
reputados de la Europa de su tiempo. De familia acomodada, estudió
en el Collège Mazarin, uno de los centros académicos más
importantes de Francia. Enseñó matemáticas en la Escuela Militar y
en la Normal de París, reemplazó a Laplace en la Academia de
Ciencias de Francia, y llegó a ser miembro de la Royal Society
británica. Su opinión y su influencia fueron decisivas en la
adopción del sistema métrico. En 1831 fue nombrado Oficial de la
Legión de Honor.
Adrien
Marie Legendre fue todo un coloso de las matemáticas.
Entre sus trabajos destacan el minucioso estudio de la trayectoria de
los proyectiles que realizó en su etapa de la Escuela Militar, y su
método para el estudio de las órbitas de los cometas.
Legendre
se adelantó a Gauss en el procedimiento de los mínimos
cuadrados, que tiene un sinfín de aplicaciones en
estadística, ajuste de curvas o procesamiento de señales. A él
corresponde el hallazgo de la transformada de Legendre,
usada en mecánica y termodinámica. Consiguió demostrar el último
teorema de Fermat para el exponente n = 5 (clic aquí para enlazar con la entrada que le dedicamos).
Desarrolló la ley de reciprocidad cuadrática. Se
interesó también por la distribución de los números primos.
Son notables sus contribuciones a las funciones y las
integrales elípticas, y le deben su nombre los célebres
polinomios de Legendre, que tienen multitud de
aplicaciones en física e ingeniería. Su publicación más conocida
es Elementos de geometría, de la que ya en vida de su
autor se imprimieron veinte ediciones. Partiendo de la base de los
célebres Elementos de Euclides, Legendre construyó un texto
moderno en su época, que se ha traducido a todos los idiomas.
Al
inicio de la Revolución Francesa, se vio obligado a esconderse
durante algún tiempo, en el que fue despojado de su casa y su
fortuna personal. Durante este reinado del terror conoció a Margaret
Claudine Couhin, que habría de ser su esposa. Tras este periodo,
Adrien Marie Legendre recuperó en parte su posición social, y
completamente su prestigio como científico, que se acrecentó si
cabe en la Francia napoleónica. Apenas nos han llegado retratos
suyos que puedan tenerse por auténticos. El que presentamos aquí es
más que dudoso, y el que suele encontrase en muchos textos es del
todo falso, pues corresponde a Louis Legendre, un político francés
contemporáneo suyo. Otro de sus contemporáneos, el escritor
Stendhal, parece que no le tenía demasiado aprecio. Cuenta que tras
recibir la Legión de Honor, Legendre corrió a contemplar en un
espejo la condecoración. Orgulloso, dio un salto de alegría, y como
el techo de la estancia era muy bajo, se golpeó la cabeza y el gran
científico cayó al suelo medio aturdido. Desde que leyó esta
anécdota, el viejo profe Bigotini pone buen cuidado en asegurarse de
que el techo está lo bastante alto, cuando quiere dar sus zapatetas
y sus dobles saltos mortales.
Sólo
los genios somos verdaderamente modestos.
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