miércoles, 9 de septiembre de 2015

PLIOPITÉCIDOS. AL FIN SIMIOS

Los pliopitécidos evolucionaron en África a comienzos del Oligoceno, hace unos 35 millones de años. Declinaron y se extinguieron definitivamente en el Mioceno, hace 10 millones de años aproximadamente. Pero claro está, dejaron descendencia, de la que seguiremos ocupándonos en sucesivas entregas.
Aunque presentan rasgos primitivos, como el hocico largo, el cerebro aun muy reducido, y hasta en ciertos casos, conservan la cola, los pliopitécidos son la primera familia fósil que podemos calificar como de simios auténticos. Entre sus características más avanzadas que les acercan a los simios modernos, pueden destacarse la mandíbula, la dentadura y la visión estereoscópica ya completamente similar a la nuestra.

Propliopithecus
Tres son las especies mejor estudiadas de esta familia. Propliopithecus, acaso el ejemplo más antiguo, puesto que data de mediados del Oligoceno, hace unos 27 millones de años, era un cuadrúpedo del tamaño aproximado de un gibón. Se movía a cuatro patas sobre las ramas de los árboles de forma muy parecida a como puede hacerlo un macaco moderno. Aegyptopithecus, otro fósil de características similares, hallado en la región egipcia de Fayún, es posible que sea en realidad la misma criatura. Los ojos de Propliopithecus encajaban en unas cuencas amplias, y se dirigían hacia el frente, lo que le proporcionaba una magnífica visión estereoscópica que le permitiría precisión en el salto y una buena puntería para arrojar objetos. Su dentadura, por completo similar a la de los simios actuales, presenta adaptaciones típicas de un frugívoro, aunque es muy probable que también consumiera insectos e incluso pequeños vertebrados.

Pliopithecus
Pliopithecus, nuestro segundo protagonista, habitó Europa desde mediados hasta finales del Mioceno. Sus fósiles se han hallado en Francia y la República Checa. Era un animal de envergadura considerable, que podía medir alrededor de 1,20 m. de altura. Su anatomía resulta tan semejante a la de los modernos gibones, que algunos paleontólogos llegaron a pensar que Pliopithecus fue su ascendiente directo. Una idea que actualmente parece descartada. Esta criatura presentaba una cara corta de características modernas, caninos muy afilados y ojos grandes, si bien es posible que su orientación, no del todo frontal, le privara de una perfecta visión estereoscópica. Las extremidades eran largas, y también las manos y los pies tenían una longitud considerable. Adaptaciones muy útiles para la braquiación y los desplazamientos en las ramas. Hay paleontólogos que le atribuyen una cola vestigial.


Dendropithecus

Dendropithecus, nombre específico cuya traducción es el simio de los árboles, es quien para los paleontólogos actuales se perfila como el verdadero ancestro de los gibones. Vivió entre principios y mediados del Mioceno, hace 15 o 20 millones de años, en el este de África, en Kenia concretamente. Sus patas anteriores eran notablemente largas, por lo que debió braquiar con gran eficacia. Toda su estructura física guarda un parecido extraordinario con la del gibón, con excepción de su tamaño bastante menor, pues un Dendropithecus adulto no sobrepasaba los 60 cm. de altura. También su alimentación era semejante a la de los gibones, compuesta de frutas, hojas y flores. Sus hábitats eran básicamente los bosques densos de tipo tropical, que en su época abundaron en el África oriental.

Pues bien, estos fueron los pliopitécidos. Iniciaron un camino evolutivo que les convierte en remotos compañeros de viaje genéticos de los grandes simios modernos y con toda probabilidad, también de los homínidos. Muchas de sus adaptaciones avanzadas se han perpetuado tanto en los simios recientes como en nosotros mismos. Próximamente retomaremos el hilo de esta historia.

-Paquita, llévame al circo.
-No nene, que si te llevo, te contratan.



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