Leopoldo Alas,
asturiano que accidentalmente nació en Zamora en 1852, era hijo de familia
acomodada. Estudiante brillante, fue alumno de Julián Sanz del Río, el
introductor del krausismo
en España y promotor de la Institución Libre de Enseñanza. Como otros
krausistas de su generación (Emilio Castelar, Nicolás Salmerón o Joaquín
Costa), Leopoldo defendió el racionalismo,
el liberalismo y el laicismo. En 1875, pasó a formar parte
de la redacción de El Solfeo, periódico madrileño cuyo director
impuso a cada redactor que tomara el nombre de un instrumento musical. Fue
entonces cuando Leopoldo Alas eligió el seudónimo de Clarín,
con el que siguió firmando durante el resto de su carrera.
Hombre
poliédrico, Clarín destacó en todos los campos intelectuales. Obtuvo primero la
cátedra de Economía Política en
Zaragoza, y más tarde la de Derecho
Natural en Oviedo, donde residió la mayor parte de su vida. Compaginó la
enseñanza con el periodismo y la literatura, y aunque no ocupó cargos públicos,
fue un personaje influyente en la política y la sociedad de su época. Como
periodista fue ácido y mordaz. Su afilada pluma se especializó en zaherir a los
personajes fatuos y ridículos que tanto abundaron en aquella España
decimonónica. Lo hizo desde publicaciones como El Globo, La Ilustración, El Imparcial
o Madrid
Cómico. Como escritor destacó en el cuento y el relato breve, genero
en el que puede considerarse un auténtico maestro. Como dramaturgo tuvo menos
suerte. Amigo personal de Echegaray y de la gran actriz María Guerrero,
escribió alguna comedia que pasó por las tablas de forma efímera y con más pena
que gloria. Como novelista Clarín es el autor de la que posiblemente sea la
gran novela española del siglo XIX.
La Regenta,
publicada en dos partes en 1884 y 1885, es uno de los máximos exponentes del naturalismo.
Clarín nunca ocultó la influencia de Flaubert (Mme. Bovary) y de Tolstoi (Anna
Karenina). La Regenta relata las
relaciones sentimentales de Ana Ozores, la soñadora esposa de un regente de la
Audiencia de una ciudad provinciana (de donde toma el título de regenta). Huyendo de un rijoso confesor,
Ana cae en los brazos de un donjuán mediocre que simplemente destroza su ideal
romántico. Esta colosal novela tiene dos protagonistas. La primera es Ana
Ozores, un personaje femenino riquísimo en matices y magistralmente dibujado
por su autor. Como personaje literario Ana es equiparable a las mencionadas
Emma Bovary o Anna Karenina. La segunda es Vetusta, nombre imaginario tras el
que se esconde la ciudad de Oviedo. Clarín somete a su acerada crítica a la
compleja sociedad de una ciudad de provincias durante la Restauración. Y no
deja títere con cabeza. En Oviedo la publicación de La Regenta constituyó un verdadero escándalo, y hasta el mismo
obispo redactó una pastoral contra ella.
Biblioteca
Bigotini os ofrece una obra de Clarín mucho más ligera. Pertenece a su ingente
colección de relatos breves. Se trata de La fantasía de un
delegado de Hacienda (haced clic en la portada), un simpático
cuentecito que se lee en tres minutos, y hace sonreír al más serio de los
lectores.
No
hay nada que induzca tanto a sospechar como la ignorancia.
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