En
1935 Albert Einstein y Nathan
Rosen, su compañero de claustro en la universidad de Princeton,
presentaron un trabajo relacionado con el funcionamiento de los agujeros
negros. Einstein ya había predicho muchos años atrás la existencia de
los agujeros negros, que confirmaron multitud de observaciones tras el
descubrimiento de las estrellas de neutrones. En su teoría
de la relatividad general (1915), vinculó estas singularidades al espacio-tiempo tetradimensional, lo que
constituyó ya en su momento una auténtica revolución en la recién nacida cosmología y en el conjunto del mundo
científico.
Einstein
y Rosen propusieron que, en lugar de ser un simple agujero o grieta en el
espacio-tiempo, como se creyó en un principio, los agujeros negros podían ser
en realidad puentes o puertas hacia cualquier lugar (espacio) en cualquier
época (tiempo). Actualmente se ha popularizado la singularidad con el nombre de
puentes
de Einstein-Rosen. Contando con el respaldo de figuras tan respetadas,
los puentes de Einstein-Rosen fueron la primera teoría científica acerca de la
existencia de universos o dimensiones paralelas que contó con la amplia
aceptación y hasta con el entusiasmo de buena parte de la comunidad científica.
La obra de estos dos pioneros allanó el camino para que las siguientes
generaciones de físicos estudiaran seriamente el concepto de los universos
paralelos.
Hugh Everett |
En
1951 el físico Hugh Everett dio a conocer
su trabajo sobre la coexistencia de universos paralelos. La teoría de Everett
plantea que con el nuestro, coexisten muchos otros mundos o universos que
continuamente se dividen en dimensiones separadas y mutuamente inaccesibles.
Según Everett cada mundo o dimensión contendría una versión diferente de las
mismas personas efectuando acciones diversas en el mismo plano temporal. Por
muy estrafalaria que resulte una propuesta semejante, conviene aclarar que
cuenta con el beneplácito de una legión de físicos y de cosmólogos del mundo
entero. Desde el punto de vista de la ciencia más exigente, la teoría parece
carecer de fisuras. Para empezar no contradice ni a la relatividad general ni a
la física cuántica, lo cual ya constituye una proeza. Ni los telescopios de los
cosmólogos ni los aceleradores de partículas de los cazadores de quarks pueden hacer el menor reproche a
la existencia de esos universos paralelos. La teoría de Everett se ajusta al electromagnetismo y a la física nuclear, y por si todo esto fuera
poco, satisface las ecuaciones de Maxwell.
El
término agujero de gusano, que algunos han llamado también agujero de lombriz, fue introducido por
el físico teórico estadounidense John Wheeler
en 1957. Se sustenta en la analogía de considerar al universo conocido como la
superficie de la piel de una manzana. Las leyes físicas que conocemos se
cumplen exclusivamente en la superficie, pero teóricamente un gusano podría
atravesar la piel de la manzana y cavar un túnel que lo condujera a un punto
distante en menor tiempo. Si la puerta de entrada a un agujero de gusano es un
agujero negro, el hipotético orificio de salida se bautizó como agujero
blanco. Se ha propuesto que los quásares podrían ser agujeros
blancos o puertas de salida de los puentes de Einstein-Rose. Investigaciones
recientes parecen descartar esta posibilidad.
La
hipótesis de los universos paralelos ha sido una inagotable fuente de
inspiración para una multitud de novelas de ciencia ficción, obras literarias y
guiones cinematográficos. Sin duda recordaréis la muy célebre Stargate, que produjo la MGM en 1994, y
contó con la dirección de Roland Emmerich y la presencia de Kurt Russell
encabezando el reparto. También en la película Contact
de Robert Zemeckis, que protagonizó Jodie Foster en 1997, aparecía una puerta que se abría a otra
dimensión. Isaac Asimov escribió varios relatos breves y alguna novela cuyo
argumento giraba en torno a la existencia de universos paralelos…
Imagina
que en diversos universos paralelos existen personas exactamente iguales a ti,
viviendo vidas similares pero donde los sucesos son diferentes, porque en algún
momento determinado tomaron otras decisiones o siguieron otros caminos que las
llevaron a dimensiones espacio-temporales distintas. Piensa un poco en ello,
pero no demasiado. De nada sirve atormentarse por lo que pudo ser y no fue,
sobre todo porque en cada uno de los mundos no hay marcha atrás. Tampoco parece
haber posibilidad de acceder a esas fantásticas dimensiones paralelas… A menos
que encuentres un puente de Einstein-Rosen, un agujero de gusano que te
transporte quién sabe a qué extraordinarios y remotos universos.
Nuestro
profesor Bigotini está trabajando en un dispositivo capaz de transportar a su
casero (un tipo muy pertinaz) a algún universo del que no pueda regresar.
Creo
que pronto llegará el momento en el que, mediante un método de pensamiento
paranoico activo, será posible sistematizar la confusión y contribuir a la
total desacreditación del mundo real.
Salvador Dalí.
Buena información
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